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lunes, 7 de diciembre de 2015

LA ORIENTAL A TIRO DE PIEDRA


Cuando el chintófano no tiene para sorprendernos somos nosotros los que le sorprendemos a él; también sabemos buscar y trazar rutas sobre mapa, aunque luego el inteligente de wiki nos diga – cuidadín que el tema no anda claro - ¿quién dijo miedo? “sin pac el marino soy” – dijo ya el Abuelo en cierta ocasión; pues nada, dicho y hecho, a por ello vamos. AL ATAQUE!!!

Temprano era, incluso más que de costumbre; a las 6 a.m. – según Joaqui – ya estaba la furgo en marcha ¡exagerado!; lo que sí es cierto, es que a las 8:00, en la alameda contra todo pronóstico, estaban nada más y nada menos que: el Abuelo – que se había levantado a las 4 – Largo-te con la apestosa manta y el chintófano, que no ha dormido investigando y analizando punto por punto el perfil de la ruta, Benito con su flamante bike y las gafas de ver, Po-Cholo que ha dejado el contenedor cerrado and I. En principio también se iban a unir a la juerga Texinas – que a última hora le han salido asuntos “propios” – y er Viti, que la última conexión ha sido a las 7:27 y ha tenido los santos co…es de no decirnos que venía. Bueno ¡en marcha!

Aun no sabemos de dónde partir, es una lotería, cuando avancemos y veamos el paisaje decidiremos, Largo-te ha descargado la ruta en ambos sentidos para ver sobre la marcha, e incluso otras variantes a la ruta por si fuera necesario acortar por diversos temas ajenos siempre al inicial planteamiento.

Al final, y tras pasar el puente de Puente, uno de los más antiguos, y que a pesar de su actual y pesado tráfico sigue intacto en pié, incluso después de haber visto al cerdo de dos patas meando en él, para que con su micción pueda corroer parte de sus impresionantes y bien tallados sillares  ¡no habrá campo peazo guarro!; pues eso, decidimos que nuestra salida será … Fuentes.

Pasamos La Estrella, con sus fuertes reductores en paso de cebra, nos encaminamos a la pequeña población, sitio de paso de importantes y transitadas cañadas en el Medievo, por grandes rebaños repletos de cabezas de ganado, dejando de lado el granítico paisaje de Cabeza del Conde y al fin, Fuentes.

Vamos bajando bicis y en marcha. Al sol se está bien, pero bajamos por la sombría cañada buscando el río Uso y baja la temperatura, menos mal que el terreno ayuda a que la velocidad sea fuerte, y en menos de 5 minutos llegamos a la orilla. En nuestros pensamientos, está presente el paso de la fluvial arteria, no sabemos si tendremos que llegar al puente o ¡sorpresa! el cauce está prácticamente seco, tan solo corre un hilito – suficiente para mojar la permeables alpargatas de Po-Cholo – pero se deja.

En la otra orilla, a pocos segundos, encontramos un suelo totalmente revuelto, el arado de los agricultores no llega hasta aquí, por contra, el hocico robusto de los salvajes puercos hacen este tipo de estragos buscando bulbos y otras subterráneas comidas dejando este singular aspecto.

Seguimos, debemos ir aumentando la cota, el cambio a platillos producen en las expertas manos de nuestro singular mecánico Largo-te – maestro de quince oficios – un reventón de uña – varios fueron los santos que en procesión bajaron del cielo – pero nosotros debemos seguir subiendo …

¡Subiendo! razón tenía Texinas cuando decía – mucho porcentaje en pocos metros – desde la vía solo saltándola, empezamos tranquilos a subir, el paisaje es bonito, tranquilo ¡nuevo!, a poco llegamos a una recta subida espectacular – superaba la veintena porcentual – muy suelta, no ciclable, al menos hacía arriba. Siguiendo las indicaciones del unido al grupo cazador, decidimos bajar de las burras y subir andando – creo que en sentido contrario no lo hubiéramos pensado, al menos alguno – incluso intimando con él, llegamos a intentar un cambio de bici por rifle ¡tan solo para la cuesta ojo!, y al llegar a todo lo alto, disfrutamos de las hermosas vistas dejadas detrás nuestra tras el paso de la fuerte pendiente, incluso de unos cérvidos que veloces pasaron delante de nuestras narices, y que gracias a la distracción que le íbamos obsequiando a nuestro eventual compañero, no tuvimos que lamentar el sangriento espectáculo que a alguno de los indefensos animales le esperaba.

Continuamos alcanzando cota por el camino medio adecentado que han dejado los cazadores para facilitarles las matanzas – si cabe aún más – y por la semi-raña con vistas en el cercano horizonte de la cercana Nava, por un camino parecido a nuestro cordel, rápido, largo, sin peligro alguno, y alcanzamos la carreterita que une La Nava con La Estrella pasando por Fuentes.

Anduvimos unos cientos de metros por la carreterita hasta que encontramos un desvío que directo, pero fuerte en pendiente, lleno de regueros nos bajó hasta casi el pueblo, no sin que antes la burra del Abuelo retozara y le tirara por todo lo alto hasta dar con sus huesos en el suelo. No hubo que lamentar daños mayores, tan solo puesta en pie y andando.

Llegamos a La Nava de Ricomalillo, rodeados con fuerte olor a cabra – más bien al sudoroso cabrón – que nos acompañó prácticamente hasta la puerta de la iglesia, incluso tras haber pasado la plaza de la población, y que tan solo fue sustituido por el olor a cocido que nos mantuvo la pituitaria en órbita hasta que salimos de la población.

Salimos por la comarcal, antigua unión de Toletum con Emerita Augusta pasando por Guadalupe, y a poco tomamos el desvío de la izquierda que nos hace bajar, hasta llegar a un punto muy bajo en un sombrío y poco sonoro arroyo para empezar fuerte subida con importante pendiente – siguiendo las tablillas – que al final de la subida y sudando la gota gorda – al menos yo – nos encontramos con el camino cortado por una valla y flanqueada de jaras impenetrables, rozando casi las casqueras de la “Oriental” abandonada mina de oro. Buscamos una nueva opción, adentrándonos en terrenos peligrosos, entre colmenas de abejas, viendo el punto final a este terreno, decidimos dar media vuelta tras dar con nuestras narices en tiempo perdido, y como castigo, rotura de rueda ¡por todo lo alto! de la flamante bike de Benito. Los mecánicos de Fernando Alonso, que si rueda de 26”, que si rueda de 29”, que si esta la guardé y está rota, que si por esta que es nueva, que si talona … total, que si + que si + que si … más de 1 hora … al menos haremos break, entre pegamento y liquido tapa-caminos.

El tiempo apremia, seguimos investigando, ya casi son las 12 de la mañana, y nos queda bastante tomate por repartir, nuestro objetivo es de momento alcanzar la pequeña población de Buenasbodas. Pasamos por varios obstáculos, pero nuestra obstinación y tozudez nos hizo seguir adelante, para en breve alcanzar la población. En otra ocasión nos hubiéramos premiado con un tour alrededor del pueblo, pero el tiempo apremia, y debemos continuar; el paso por el pueblo es empinado y tortuoso, tanto, que debemos apretar los riñones y tirar de cambios, hasta alcanzar la parte alta, y que prácticamente conservará su nivel unos kilómetros más, hasta que comencemos la fuerte bajada hasta la orilla de río Frío y que durante varios kilómetros nos acompañará.

Fuerte era la bajada, y fuerte la velocidad, tanto fue así, que casi y uno por uno nos salimos del camino, unos por velocidad, otros por distracción, otros por el polvo, otros arrollando, pero seguimos, llaneando fuerte, hasta alcanzar la N-502 – mira que la vemos últimamente – y la pasamos bajo el puente, apretando de nuevo los riñones y sacando el jugo a nuestras piernas en la explosiva salida de apenas 10 metros.

Siguiendo las indicaciones del Abuelo que no tiene ganas de más juerga, vamos buscando la vía, por un camino estrecho, rodeados de jaras, pasando un par de cancelas, y al final el gran puente de las huertas.

La ruta aun no ha terminado, de momento nos queda …veréis veréis.

Ya la intención es acortar lo máximo posible, subimos por la regularmente hormigonada que conduce a Campillo, y giramos buscando la zona del puente del Cubilar, cuando ¡sorpresa! nos encontramos montería … nosotros en son de paz, sin hacer daño al campo y no podemos andar por él, la segunda del día en la frente – caminos cortados por alambradas, por monterías - ¿algo más?, pues sí, aun queda.

Seguimos adelante, el camino es nuevo pero está muy bien, perfectamente ciclable, buen entorno y paisaje, y según el mapa, cercano al objetivo que pretendemos alcanzar, a poco, gran caserón y de nuevo camino cortado, y encima morro choto y compañía nos indican que es privado ¡mentira!, no quieren que pasemos para que esto no se llene de gente, pero el canadiense paso indicaba lo contrario … nosotros somos gente de paz, tozudo (yo), pero sin ganas de problemas, a fin de cuentas, salimos a disfrutar, pero esto hoy ya es rizar el rizo, y si lo siento, es por los que venimos en números rojos.

Optamos por dirigirnos a la vía ya como opción de escape, ya que sin conocer el entorno y tan lejos de la propuesta inicial, es la que nos queda.

Bajamos pues a la vía, y dirección N, pica a favor, pero ojo, no nos podemos fiar, la meta está en todo lo alto. Pasamos a tientas la larga vertebra de casi 1 km, la sensación de desorientación y frío hace que el paso sea lento, al fin alcanzamos la solitaria estación de la Nava-Fuentes.

Seguimos para intentar llegar al punto de unión con el trazado de la mañana, los kilómetros pasan cargando más si cabe nuestras cansadas piernas; de nuevo bajamos al Uso, esta vez en sentido contrario, como contrario fue su paso y contrario el trazado de la cañada dirección a Fuentes.

Larga y lenta subida – par algunos – la larga subía con el plato a todo trapo, tras de ella a unos metros el resto, dando el duro y difícil empujón final. Esta vez la temperatura había cambiado, tanto en el ambiente, como en nuestras templadas piernas.

Al fin Fuentes.

Llegamos al sitio de aparcamiento, con tan solo 50 km en nuestras monturas, pero con la sensación de haber recorrido más del doble. Nos desprendimos de nuestras sudorosas ropas y camino al pueblo hicimos nuestra habitual parada para llenar nuestras piernas de los ansiados azúcares que las frescas manyorcas nos proporcionarían.

Madre mía chavales! Vaya rutita que nos marcamos. Tiempo duro, de disfrute, de compañerismo, de rebote, de reflexión … Volveremos a por ti, dura ruta.

Hasta entonces, me despido de vosotros, esperando os unáis a disfrutar muchos muchos más, no sin recordaros una vez más …

AL ATAQUE!!!

jueves, 3 de diciembre de 2015

ALDEA ARANGO – EN MEDIO DEL MONTE



Sigo boquiabierto pensando en la adquisición que hicimos con la compra del chintófano. Ya legalmente el llamado “Chintofanero” es el que se está encargando de sorprendernos semana a semana, para ello, dedica tiempo y el resultado … veréis, veréis.

A las half past eight in the alameda ¡coño! ¿ande anda el botón del idioma?, ¡qué gentío! Estaba Joaquinon, el Abuelo hinchado ¿o hinchado? ¿o las dos?, Benito también estaba, er Viti, Cuerpo, Po-Cholo ¡con guantes aleluya!, Texinas – proba proba – Largo-te – el Chintofanero – o el Sr. del plato ¡vaya máquina!, & I. 9 eramos, 9 - ¡a noooooo! casi se me cuela 9,5; estuvo también ½ Pakito con su impecable negra córvida a estreno. Ojo y no ½ , quizá ¼ o incluso … ¡flojo!

Chintofano pues en marcha, salimos del punto 0 por la sarte strett, al llegar al zoco pasamos por la San Miguel Aveniu y buscando evitar aglomerado, giramos en la megillona street, para llegar al camino que sube a la ermita.

Saludamos a Silver y de nuevo giramos, para subir por la periferia de las parcelas de torrehierro, incorporándonos allá, arriba en el carreterín – en el sitio del porrazo – camino ya de Gamonal.

Entramos en Gamonal, saludamos, salimos por los caminos del cerrete dirección Velada, y una vez en la sandiera población, atravesamos el mercadillo sabadero a la voz de ¡pimientos! – joder, hacía cuanto – aquí se nos unen unos gamoninos ¡ande las llevas! que durante un rato nos acompañaran, más incluso que algún integrante del Club – vamos haciendo pupa – bajamos la cuesta de San Berecoldo, cada uno como puede, los tocinos adelantan, y Pakito procura bajar deprisa aprovechando al máximo evitar dar pedales, total, luego va a subir andando y del ramal, tendrá que hacer tiempo para decirle a la Roge que ha hecho esta vez mucho …

Tomamos el camino dirección Parrillas, y antes de llegar al caserío metido en pleno bosque mediterráneo, se cruza una jabalina con sus 6 rallones, incluso saliendo por la secundaria y nosotros con toda la preferencia tuvimos que cederles el paso, las orejas les servían de anteojeras y como el TALGO de las 17:45 pasaron a to cimbel sin mirar ni respetar; es igual, no se lo tenemos en cuenta, nos alegra ver y disfrutar de la fauna que ya quisieran muchos.

Seguimos, y antes de llegar al Guadyerbas, a nuestra izquierda un gran rebaño de cervidos, y con constante banda sonora de la grullas, que ya se empiezan a contar por decenas … ¡como está el campo!

No hemos cruzado el río, y ya tenemos el previsto abandono … ¡películas!

El seco y arenoso cauce del Guadyerbas nos permitió pasar el curso sin mojarnos los pinreles, y ya metidos de lleno en el monte, incluso con la ayuda de los voluntarios y simpáticos ganaderos de los cabritos, que nos abren y nos cierran las puertas cuando nos ven llegar, encontramos la cañada.

En este punto los gamoninos nos abandonaron, no tenían pensado lo que nosotros, o vieron … es igual, continuamos, y a poco a buena marcha Parrillas.

Poco se tarda en atravesar el pueblo, un poco más en localizar la salida correcta, incluso pensando que estamos en Navalcan; con varios pitidos del chintófano, tomamos la correcta dirección tras un par de toboganes hormigonados, y ¡de frente al campo!

Ahora toca subir, subir y subir, luego subir más, y tras varios kilómetros y observando la desolación que han dejado las llamas este verano, llegamos al punto gallina, donde hicimos aguas menores, agrupamos de nuevo la piña y bebimos refrescante agua para aclarar nuestros gaznates.

Prácticamente desde este punto, el tema es nuevo para nosotros, anduvimos bajando deprisa por sombríos caminos, y a poco y tras pasar el caserón de todos los españoles, llegamos a la conocida zona del inicio de la cuesta del boquerón – en la parte alta, uff – en la confluencia del camino con la cañada Leonesa que baja desde el puerto del Pico – unas leguas más arriba – por la bonita calzada romana.

Cruzamos la nacional, y de nuevo en caminos sombríos, grandes encinas y alcornoques – según Texinas, experto en maderas – grandes tapias de mampostería, casas señoriales en las grandes y escondidas fincas, aisladas hasta de la WiFi ¡qué maravilla!.
Seguimos avanzando, y a poco, Aldea Arango, pequeño conjunto arquitectónico compuesto de casas y corrales de campo, para ganados, y perteneciente a la lejana Velada, en cuyo núcleo urbano tiene una plaza dedicada a este paraje.

Visto y no visto fue, seguimos sube-baja, siguiendo la orilla del arroyo Nadinos, que cruza cercano al desvio de Parrillas – Navalcan, y que nuestro Largo-te compañero tiesto estará de ver. Abrimos y cerramos cercas, y a la orden de la autoridad junto a un rebaño de un par de decenas de cabezas de ganado con su encelado macho, hicimos el break, para además de coger fuerzas, liberar los sólidos, líquidos y gaseosos sobrantes en nuestros bodys.

Un par de rifi rafes toreriles con la destreza y el ganadero saber hacer de er Viti y vamos ya oliendo a Montesclaros. Salimos de la cerca a un camino conocido, en breve población. Con el break ya hecho poco queda por ver, aunque el Abuelo que está de antojo y hoy precisamente no se le puede llevar la contraria – no le vaya a dar por liarse a besarnos – nos quiere llevar a enseñarnos algo.

En efecto, junto a un parque le han puesto el nombre a una calle, nada más y nada menos, que en honor a su nieto, ¡qué barbaridad! solo de pensarlo y al enseñárnoslo se le caía hasta la baba … estaríamos aquí todo el día, pero Abuelo, tenemos que continuar.

Pues eso, y para evitar lo andado, pues buscamos otra opción, que tras unas rampas, ya en el exterior del pueblo, nos hacen hallarnos en el punto alto que sin esfuerzo nos conducirá hasta el paso de nuevo del Guadyerbas, en otro punto, pero río – seco – igual.

El disfrute fue espectacular, senderos donde apenas pasaba una rueda, pequeñas zonas de piedra, profundos pozos de secos charcos – en otras épocas – zarzas y demás … todo a buen ritmo, rápido ¡qué gozada! … no hay palabras.

A partir del Guadyerbas la cosa se pone más peliaguda. Con pequeño porcentaje, conseguimos llegar hasta la cañada … pero amigos mios, con los kilómetros en las piernas y la exigencia de la ruta, lo que nos esperaba a partir de aquí … ¡madre mía!
Subimos la matamulas, cada uno a su ritmo, cada uno como pudo, la cosa andaba jodida, el potente Largo-te, no estreno el platillo en toda la ruta ¡qué maquina!, otros no pusimos la marcha atrás porque el convertidor daba guerra, hasta una minipimer nos hubiera venido bien para dar revoluciones a las pesadas cicl@s.       

En fin, todo lo que empieza acaba, a mejor o peor ritmo, la cuesta se acabó, y para descanso nuestro, nos quedaba una buena y rápida bajada hasta Mejorada – ya conocida – y hasta Gamonal, paciencia.

En efecto, llegamos a la periferia mejoradeña población, igual que entramos, salimos, y buscamos la bajada de la atalaya dirección Gamonal, que en breve, con unos vaivenes en el camino, bajando a buen ritmo – con tiento – llegamos de nuevo a la nacional, que gracias a las gamoninas actuaciones, atravesamos por el paso subterráneo perfectamente habilitado.

Cercanos a Torrehierro er Viti no abandonó para buscar el camino de regreso a su consorte población – un placer, como siempre compañero – y nosotros de nuevo al carreterín.
Intentando evitar de nuevo el alquitrán, bajamos por la ermita – tan solo 4 – el grupo se partió – las fuerzas andaban ya justas – y aunque separados por breves minutos, llegamos al pueblo, con una hazaña más cumplida.

¡Vaya ruta compañeros! ojo, para repetir. Veremos a ver que más nos trae este buen tiempo, este suave otoño que se ha empeñado en no mojarnos los caminos, da igual, nos verán en ellos si o si.

Gracias amigo chintofanero, que tanto nos hiciste disfrutar.

Espero veros en esta y otras muchas más, no sin recordaros una vez más …

AL ATAQUE!!!


Os dejo el trabajo del Abuelo. Gracias.
https://goo.gl/photos/iHCkJ4eMRLKp8XzXA
El trabajo del chintofanero. Gracias.
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=11526955

viernes, 20 de noviembre de 2015

MOLINOS Y MÁS MOLINOS



Increíble adquisición la que hicimos con la compra del chintófano. Cierto es que también necesita el seguimiento que se le hace, y para eso ya tenemos a nuestro implicadísimo compañero Largo-te “el chintofanero”, con un poquito (bastante) de interés, el gusto por la exploración, acompañado de nuestro afán explorador, dan el resultado que esperamos, o al menos el que conseguimos en una jornada como la que vivimos el Saturday, veréis.

En la alameda, otra vez un poco más temprano que de costumbre, aunque no tanto como Texinas, que le da por desconfirmar a las 4:35 a.m. – na más y na menos – ¿qué estaría haciendo a esas horas? ¡Benitoooooooo! …sigo, que me voy por las ramas; con las bikes del ramal, con sábanas – algunos – mochilas, calcetines y calzoncillos – limpios – nada más y nada menos – ¡qué gentío! – el Abuelo, Tadeo (le huele a investigación), Largo-te – con el chintófano cargadito y la castellana ponedora – Benito, er Viti – con sus happy albarcas – Cuerpo, Po-Cholo, Meji-Jones & I … ¡en marcha!

En marcha nos pusimos pues, y en el punto start, arrancamos junto a la piscina de Puente – Puente del Arzobispo – ¡maravilloso!, no hemos movido 360º las bielas aún y ya tenemos el primer molino de la jornada a nuestros pies. Arreando que es gerundio …

Seguimos por un camino paralelo al río – río abajo – fuertes toboganes, sin dificultad – menos para Po-Cholo – que se cae a cámara lenta, con estilo, pero sin daño físico … seguimos, rampones, arenas de playa junto a la orilla, piedras, senderos, tomillo – pa las aceitunas de Benito – y ¡no hay paso!, bici al hombro, retomamos nivel con camino y seguimos.

Tramos de a pié, tramos montados, tramos de piedra, esquivando, subiendo, bajando, bastante accidentado, pero divertido muy muy divertido. A poco bajada final, con estramonios incluidos y segundo molino de la jornada – Molino aceñas del Conde –. 

Vista increíble, sonido estridente, espuma de – río – oh amigo Manolo si lo vieras, ¡qué maravilla!; gracias al bajo nivel del Valdecañas, hoy tendremos una buena jornada, podemos disfrutar al completo y empaparnos de historia, e incluso imaginar el duro trabajo que supondría haber vivido aquí. Piedras de molino, una, dos, tres … ¡catorce!, más gastadas, partidas, en los alrededores, en el curso del río … no hay palabras.
Hay que continuar. Seguimos andando, montados, a tramos, fuertes pendientes, bonito paisaje, encajonamiento del Tajo en este punto como un gran cañón, las grandes piedras en las laderas, paisaje inmóvil, milenario, y seguimos avanzando.

A poco de nuevo, en la confluencia de un arroyo venido de la zona ya de Valdeverdeja, un nuevo molino – para nosotros – otra fortificación, perenne y resistente de nuevo a los vaivenes del nivel del río, por la retención del Valdecañas – Molino de los Rebollos –. De nuevo boquiabiertos nos hallamos en el. Volvemos a investigar, a escuchar los hectómetros cúbicos pasando a cientos por el lugar, formado el estridente del chocar con las piedras, de pasar por sus canales desviado por los azudes construidos para estos efectos … alucinante. Otra vez, más de una decena de piedras, en ocasiones, las inferiores con sus superiores, intactas, esperando de nuevo ser movidas por la fuerza que a sus pies suena, esperando los esbeltos costales de cereal entrar por su puertas, ser vaciado en sus tolvas, esperando de nuevo respirar el polvo que con la corriente se fue, que se fue sin explicación alguna, ¿porqué se fueron? ¡no nos lo dijeron!, aquí seguimos esperando, esperando burras que no sean estas que vienen hoy, aunque son bienvenidas, nos gusta que vengan a vernos, pero queremos ser útiles, queremos que traigan y lleven mercaderías que solo nosotros sabemos transformar con tanto cariño … todo este murmullo, es el que suena en el sordo movimiento de las aguas que por allí pasan.

Aprovechando la soledad del lugar y la paz que allí se respira, y con menos de una decena de kilómetros en nuestras piernas, hacemos nuestro break.
Comemos, compartimos, comentamos lo visto, lo vivido, damos rienda suelta a nuestra imaginación … ¡qué paz!, lejos la civilización; desgraciadamente, hay que volver.

No ha terminado el tema aquí, nos disponemos a subir por el curso del arroyo hasta la vecina Valdeverdeja, en la otra orilla nos verán – a tiro de piedra – alejarnos Valdelacasa de Tajo y Villar del Pedroso – ya iremos a veros –, subimos por un sendero paralelo al arroyo – arroyo de los pozos – sinuoso, entre tomillos, romeros, coscojas, enojo, estamos en la dehesa, la dehesa extremeña, variedad del interesante bosque mediterráneo; senderitos por los que brava baja el agua, tallando piedras, dejando otras con pequeñas y resbaladizas coronillas a la vista, y a poco ¡un pozo!, con su pila de piedra, pila de antiguos lavados, con jabón de sosa, largos tiempos de blanqueado, pero no hemos venido a lavar, ni a blanquear, ni tan solo a centrifugar, nosotros tenemos que continuar, ¡otro pozo!, con su pila, ¡y otro! ¡y otro! … hasta cien contamos – los pozos nuevos –, y seguimos paso a paso, subiendo, senderos, piedras, maravilloso.

Hacemos de nuevo piña y continuamos, detrás de las lomas asoman ya los señoriales tejados de Valdeverdeja, con las gran silueta de su enorme iglesia, ¡a por ella vamos!, por caminitos de ganado, por estrechas y empedradas calles, junto a calzadillas y poyetes de grandes tardes de charla a sol … la iglesia, fotos en el porche con bancos de piedra bajo el gran artesonado. ¡No podemos parar!

Junto a la piscina pasamos, la que refresca los bodys de los acalorados verdejos, en los crudos veranos que vivimos en esta nuestra zona, zona ya extremeña. Por un anchuroso camino, dirigimos nuestro próximo hito atrapando a poco con la mano Torrico. Pequeño pueblo metido en un hoyo, tan solo visto cuando ya estas metido en el. Por su enrevesado casco anduvimos, sorteando boca calles, entrando y saliendo en sinuosas calles, callejones, y por encima de todos los tejados, junto al rollo del zoco, destaca la cubierta de la iglesia, llamando nuestro paso junto a ella en el punto donde nos encaminará a buscar la salida que buscamos.

Ya en la periferia torriqueña, junto a las ultimas huertas de labranza, a las ultimas granjas cercanas al pueblo, encaminamos nuestro paso buscando la siguiente estación …

Junto a las lindes occidentales de Valdepalacios, subiendo y bajando muy metidos de nuevo en zona de dehesa, entre encinas, por caminos prácticamente sin uso, tan solo restos de piconeras y los líquenes finales de las cargas de leña, por senderos rápidos, picando hacia abajo, abrimos y cerramos puertas, y ya en el lagarterano terreno, a más de la mitad de la ruta, hacemos de nuevo piña para continuar con la divertida jornada que aún nos queda.

Por las fincas del sur de mi pueblo, por senderos pedregosos, entre brocales y pilas talladas junto a los artesanos pozos con agua zarca, trepidante ritmo, buscando la bajada junto al punto geodésico allá en lo alto, aumenta nuestro ritmo, en un vertiginoso y rápido sendero, adrenalina y divertimento por las nubes, y giro a la derecha, de nuevo piña …

Encaminamos ya nuestra dirección S, para salir con tristeza de mi zona, de mi pueblo, pero lo haremos pasándolo bien, dando caña a nuestras bikes, el terreno pica de nuevo bajando, senderos en un ancho camino, para elegir, para degustar, regueros con agua, el curso del arroyo entra en el camino, cortamos con nuestras ruedas hasta 18 veces su paso; el agua salta a nuestro paso, nos salpica, pero con gusto, a estas horas de la mañana ya pica, en la confluencia de caminos nos dirigimos hacia la macarrera.

Será el punto final a esta bonita zona, pero el inicio de una nueva, no menos bonita, seguimos por casi abandonados caminos entre encinas, tan solo utilizados, por los aperos de labor, que gracias a las últimas lluvias caídas, están pletóricos retozando en el campo.
Sembrados, barbechos, todos a nuestros pies, hectáreas de tierra pasando por nuestras retinas, todo ello a buen ritmo; de nuevo abriendo y cerrando puertas ¡joder, no viene Pakito!.

En el cercano horizonte, el caserío de Valdepalacios. Buscamos la salida, todos siguiendo a Largo-te, junto a un embarrado arroyo, y sorteando una electrificada ganadera alambrada; esta vez, ya nos encontramos en la oriental linde de la finca, junto al hotel, con no sé cuantas estrellas, como el catálogo de los productos del Abuelo.

Cruzamos la carrera que une O……a con Puente y entramos de nuevo en senderos conocidos, y a la voz de ¡dale, dale! – imaginad – pues dale, ¡dale a los pedales!, por estos terruños, extrañados nos miran los animalitos, ¿Quiénes serán estos que con este escándalo pasan? ¿Quiénes será estos a estas velocidades?, si aquí lo más rápido que ha pasado – mejorando lo presente – han sido yuntas de bueyes y burros, cargadas del seco fruto de estas tierras, lentos y pesados tractores, sustitutos en tiempo de los anteriores … a poco deteriorado paso canadiense y caminos de concentración parcelaria … en el sureño horizonte Alcolea de Tajo.

El plato del Abuelo no entra, sus piernas parecen centrifugadoras intentando estar a la altura del resto de las trotonas … largo llano, con remate final, Meji-Jones sube tranquilo, atmosférico, unos fuertes delante, otros más lentos detrás, y al fin llegamos a la periferia puenteña.

Por la cañada entramos, sabaderos en ella se encuentran, con sus puestos montados; chandals, batas, zapatillas de paño, sábanas de franela, mantas guiñapas, frutas de temporada, dulces, floretas y mangas, sacos de picón, y alpargatas, ¡aquí todo se vende!, ¡aquí no ha de quedar nada!; por no quedar, no quedamos ni nosotros que seguimos adelante, buscando el punto final a nuestra ruta.

Llegamos al fin al aparcamiento, llegamos, nos cambiamos, saboreamos la victoria, ¡no de competición!, sino del gran día pasado, del terreno conquistado, de lo aprendido, de lo disfrutado …
Creo que Largo-te lo hizo a posta, no lo grabó, volveremos pues, está garantizado.

Compañer@s, repito, el campo está increíble, se deja se deja, nos necesita, necesita que lo conquistemos, necesita que por sus senderos, caminos y cordeles sigamos pasando, necesitan sentirse vivos, y nosotros se lo damos.

Os espero, en esta y muchas más, ¡ojo! muchas nuevas más, no sin recordaros una vez más …
AL ATAQUE!!!

Siempre digo, una imagen vale más que mil palabras, os dejo las imágenes que representan todo lo aquí contado, gracias compañeros Abuelo y Cuerpo, increíble trabajo ¡GRACIAS!
Videos:
Fotos:
https://goo.gl/photos/RqzCJxyUxFmJrErL9







miércoles, 11 de noviembre de 2015

UN PIE EN LA JARA EL OTRO EN EXTREMADURA



Estamos con afán disparatado en la dura tarea de investigar e innovar, es difícil, hay que arriesgar, pero ¿quién dijo miedo? ¿cuándo ha atascado este Club? … ¡vamos a por ello!
Estamos un poco cansados de repetir las mismas rutas e incluso, ya no encontrar ni intersecciones por las que perdernos e innovar.
El guasap los días previos a la ruta empieza a tener movimiento, ya estamos hablando de furgoneta, y cuando esto es así, vamos buscando nuevos parajes, ¡pero ya!.
Un poquito más temprano que de costumbre y en la Alameda, Largo-te – con el chintófano, súper-importante – Benito – concentrado – , er Viti – motorizado –, Meji-Jones – insuflado –, el Abuelo ¿el Abuelo? <intento fallido, nos ha engañado, va a montar pero por su cuenta, que quiere – mejor dicho, le obligan a – estar temprano para meter leña, & I.
Todos y todas a la furgo, ¡en marcha!, en el cruce del pueblo nos encontramos a Tadeo en su coche, pobre, se le cae la baba, lo sentimos compañero, no podemos parar a consolarte … dirección La Estrella.
Nos bajamos todos y todas, vestimentas de última hora, estiramientos, cascos, gafas y ¡acción!
En principio el camino es conocido – para algunos, 3 – otros disfrutaran aprendiendo; el día amanece fresco y entre niebla, pero se nos antoja buen tiempo … ya lo veremos.
 Nos dirigimos a Fuentes – por camino – a buen ritmo, el camino está rociado y nos moja los bajos, es pizarroso y desembocará en uno más ancho que a buena marcha nos llevará directo a Fuentes.
En la primera intersección, giro a la derecha y entrada en un camino, a poco más angosto, pero divertido, lo que nos acompañará toda la mañana, barro, agua, en fin, diversión.
Estrechos senderos en lo anchuroso del cordel, flanqueados de impenetrable jara, que ya a estas horas empieza a impregnar de su esencia el ambiente, al igual que el romero y el tomillo que tanto necesita Benito para curar sus aceitunas.
Paisajes repletos de encinas, grandes, impenetrables para el sol, sombríos prados verdes, y tras la embarrada bajada, llegamos a una media tostada que nos subirá para acotar un falso llano que nos dirigirá a una larga y fuerte bajada con ancho y fácil camino, y que elevará la velocidades por encima de la cuarentena, hasta llegar a la bifurcación de sendero herbáceo y regueroso, que poco a poco, entre cercas y senderos prácticamente perdidos, nos llevará hasta el escondido puente sobre el arroyo Cubilar, donde hacemos una pequeña parada para disfrutar del paraje y hacer unas instantáneas.
Continuamos por la fuerte rampa que nos saca del paraje, para pasar junto al cobertizo de las herramientas, conduciéndonos el sendero casi campo a través, a buscar la puerta de la cerca que nos adentrará en el principal camino, ya en la periferia campillana.
Cruzamos la comarcal que une Toledo-Mérida por Guadalupe, para entrar de nuevo en un rápido sendero – camino de los molinos – que enlazará en la pista que en su último tramo hormigonado, directa nos dejará en la culona.
Entramos por tanto en esta – la culona – que no tardó en hacerse notar, y en breve a nuestra izquierda, podemos ver los molinos de Río Frío, que esta vez corre con fuerza y alegría, gracias a las últimas lluvias caídas en estos pasados días. Poco más allá, túnel norte de Pizarrita y estación, en la cual, y para sorpresa nuestra, han habilitado un corral de cabras.
Cruzamos sin parada, el nuestro, es el rápido que va directo, sin paradas ni trasbordos. Avanzamos a toda máquina, en contra del viento, con una única parada – La Cervilla – sin otra opción, ya que cuando las avería mecánicas llaman a la puerta, no queda otra que atenderlas; pero nada que en un pis pas no se pueda solucionar.
Seguimos con la intención de ir hasta donde siempre, esta vez la idea es no mojarse “más” los pies – no entraremos en las cuevas – y avanzando nos sale una posibilidad desconocida a la derecha, de nuevo, miradas de complicidad, consultas de opinión chintofaneras y ¡adelante!.
Interesante bajada hasta el caudaloso arroyo del “Collado”, que lo cruzamos con nuestras ruedas a toda velocidad, partiendo cinco veces sus aguas como Moises en el mar Rojo; pequeña subida y carretera, pero que nos adentrará en un camino, camino semi-corta lumbres, rodeado de jaras, espesas, altas, y de este a otro, y otro, cuestas y más cuestas, frente ya a la sierra de Altamira, consultas, miradas, llamadas – cariño – N S E O, seguimos, apetitosa bajada y camino asfaltado unión  Puerto de San Vicente – Estación de la Mina Sta. Quiteria, a tan solo 3,5 km. dirección SO Puerto.
Llegamos a Puerto y antes de hacer break, subimos al puente que cruza la carretera por el camino de Guadalupe, por lo menos para hacernos fotos del importante hito y poner un pié en tierras Cacereñas. Dicho y hecho.
La ventana abierta en este hueco, hace breve el acontecimiento, bajamos premurosos al pueblo, para junto a la parada del bus y junto a la contrastada sabiduría de dos paisanos hacer nuestro merecido break. Merecido, las piernas ya nos pedían a voces ¡gasolina!
Breve la parada, suficiente para reponer fuerzas, coger agua de la fuente, e inflar de nuevo alguna guerrera, para intentar hacer el resto del camino, resto con objetivos por cumplir.
Salimos del pueblo dirección N, sube-baja en un rápido camino, charcos y arroyos, rápidos, ¡más rápidos!, pasamos por donde la otra vez sin más c…..s paramos, despacito, pero sin parar, con las justas explicaciones …
Explosivo camino, poco utilizado, lleno de hierba por momentos, de piedras, pizarras, más charcos, más arroyos ¡cómo está el campo!, los kms. van sumando pesadez a nuestras piernas, pero los ánimos no bajan.
Fuertes pasamos junto al paraje de los Baños de la Herrubrosa, con su bonita historia, que en otra ocasión os contaré, esta vez el jadeo de mi respiración, no me deja ni hablar – lo habréis hecho a posta ¿no? – y muy poco más allá – Aldeanovita – Aldeanueva de San Bartolomé.
Por la SB-40 o 50, sin parar en el pueblo, fuertes, entramos y salimos periféricamente, buscando el camino dirección – al dolmen – <de esto ya sí que no hablo> … porque el ritmo al igual que los kilómetros iba en aumento, y las fuerzas disminuyendo, pero ¡a esportones!; en el norteño horizonte brillaban las hormigonadas cuestas que suben a la sierra ancha – Cerro de la Estrella – lo que implicaba la cercanía ya a nuestro destino final, no sin que antes un par de rejones apuntillaran nuestras fuerzas ya por los suelos, exceptuando claro está, las trotonas de er Viti – que parece que se ha dopado – y de Largo-te, que al igual que Obélix se cayó en la marmita del brebaje.
¡Llegamos!, y cuando así lo hicimos, estos que iban sobraos, quisieron inmortalizar el momento en la puerta de la solitaria iglesia estrellana.
Estiramientos pues de última hora y bicis a la furgo, esta vez rebozadas como los palitos de merluza Pescanova, a diferencia de cómo impolutas salían esta mañana, no me lo explico, esquivamos todos los charcos, incluso nos bajamos de ellas cuando hay que cruzar algo chungo …
Compañeros objetivos cumplidos; otra para repetir, junto a todos vosotros, todos los que no estáis, todos los que no os animáis, ¡como está el campo!
Nos vemos, en esta y en muchas que tenemos preparadas más, no sin recordaros una vez más …
AL ATAQUE!!!