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viernes, 20 de noviembre de 2015

MOLINOS Y MÁS MOLINOS



Increíble adquisición la que hicimos con la compra del chintófano. Cierto es que también necesita el seguimiento que se le hace, y para eso ya tenemos a nuestro implicadísimo compañero Largo-te “el chintofanero”, con un poquito (bastante) de interés, el gusto por la exploración, acompañado de nuestro afán explorador, dan el resultado que esperamos, o al menos el que conseguimos en una jornada como la que vivimos el Saturday, veréis.

En la alameda, otra vez un poco más temprano que de costumbre, aunque no tanto como Texinas, que le da por desconfirmar a las 4:35 a.m. – na más y na menos – ¿qué estaría haciendo a esas horas? ¡Benitoooooooo! …sigo, que me voy por las ramas; con las bikes del ramal, con sábanas – algunos – mochilas, calcetines y calzoncillos – limpios – nada más y nada menos – ¡qué gentío! – el Abuelo, Tadeo (le huele a investigación), Largo-te – con el chintófano cargadito y la castellana ponedora – Benito, er Viti – con sus happy albarcas – Cuerpo, Po-Cholo, Meji-Jones & I … ¡en marcha!

En marcha nos pusimos pues, y en el punto start, arrancamos junto a la piscina de Puente – Puente del Arzobispo – ¡maravilloso!, no hemos movido 360º las bielas aún y ya tenemos el primer molino de la jornada a nuestros pies. Arreando que es gerundio …

Seguimos por un camino paralelo al río – río abajo – fuertes toboganes, sin dificultad – menos para Po-Cholo – que se cae a cámara lenta, con estilo, pero sin daño físico … seguimos, rampones, arenas de playa junto a la orilla, piedras, senderos, tomillo – pa las aceitunas de Benito – y ¡no hay paso!, bici al hombro, retomamos nivel con camino y seguimos.

Tramos de a pié, tramos montados, tramos de piedra, esquivando, subiendo, bajando, bastante accidentado, pero divertido muy muy divertido. A poco bajada final, con estramonios incluidos y segundo molino de la jornada – Molino aceñas del Conde –. 

Vista increíble, sonido estridente, espuma de – río – oh amigo Manolo si lo vieras, ¡qué maravilla!; gracias al bajo nivel del Valdecañas, hoy tendremos una buena jornada, podemos disfrutar al completo y empaparnos de historia, e incluso imaginar el duro trabajo que supondría haber vivido aquí. Piedras de molino, una, dos, tres … ¡catorce!, más gastadas, partidas, en los alrededores, en el curso del río … no hay palabras.
Hay que continuar. Seguimos andando, montados, a tramos, fuertes pendientes, bonito paisaje, encajonamiento del Tajo en este punto como un gran cañón, las grandes piedras en las laderas, paisaje inmóvil, milenario, y seguimos avanzando.

A poco de nuevo, en la confluencia de un arroyo venido de la zona ya de Valdeverdeja, un nuevo molino – para nosotros – otra fortificación, perenne y resistente de nuevo a los vaivenes del nivel del río, por la retención del Valdecañas – Molino de los Rebollos –. De nuevo boquiabiertos nos hallamos en el. Volvemos a investigar, a escuchar los hectómetros cúbicos pasando a cientos por el lugar, formado el estridente del chocar con las piedras, de pasar por sus canales desviado por los azudes construidos para estos efectos … alucinante. Otra vez, más de una decena de piedras, en ocasiones, las inferiores con sus superiores, intactas, esperando de nuevo ser movidas por la fuerza que a sus pies suena, esperando los esbeltos costales de cereal entrar por su puertas, ser vaciado en sus tolvas, esperando de nuevo respirar el polvo que con la corriente se fue, que se fue sin explicación alguna, ¿porqué se fueron? ¡no nos lo dijeron!, aquí seguimos esperando, esperando burras que no sean estas que vienen hoy, aunque son bienvenidas, nos gusta que vengan a vernos, pero queremos ser útiles, queremos que traigan y lleven mercaderías que solo nosotros sabemos transformar con tanto cariño … todo este murmullo, es el que suena en el sordo movimiento de las aguas que por allí pasan.

Aprovechando la soledad del lugar y la paz que allí se respira, y con menos de una decena de kilómetros en nuestras piernas, hacemos nuestro break.
Comemos, compartimos, comentamos lo visto, lo vivido, damos rienda suelta a nuestra imaginación … ¡qué paz!, lejos la civilización; desgraciadamente, hay que volver.

No ha terminado el tema aquí, nos disponemos a subir por el curso del arroyo hasta la vecina Valdeverdeja, en la otra orilla nos verán – a tiro de piedra – alejarnos Valdelacasa de Tajo y Villar del Pedroso – ya iremos a veros –, subimos por un sendero paralelo al arroyo – arroyo de los pozos – sinuoso, entre tomillos, romeros, coscojas, enojo, estamos en la dehesa, la dehesa extremeña, variedad del interesante bosque mediterráneo; senderitos por los que brava baja el agua, tallando piedras, dejando otras con pequeñas y resbaladizas coronillas a la vista, y a poco ¡un pozo!, con su pila de piedra, pila de antiguos lavados, con jabón de sosa, largos tiempos de blanqueado, pero no hemos venido a lavar, ni a blanquear, ni tan solo a centrifugar, nosotros tenemos que continuar, ¡otro pozo!, con su pila, ¡y otro! ¡y otro! … hasta cien contamos – los pozos nuevos –, y seguimos paso a paso, subiendo, senderos, piedras, maravilloso.

Hacemos de nuevo piña y continuamos, detrás de las lomas asoman ya los señoriales tejados de Valdeverdeja, con las gran silueta de su enorme iglesia, ¡a por ella vamos!, por caminitos de ganado, por estrechas y empedradas calles, junto a calzadillas y poyetes de grandes tardes de charla a sol … la iglesia, fotos en el porche con bancos de piedra bajo el gran artesonado. ¡No podemos parar!

Junto a la piscina pasamos, la que refresca los bodys de los acalorados verdejos, en los crudos veranos que vivimos en esta nuestra zona, zona ya extremeña. Por un anchuroso camino, dirigimos nuestro próximo hito atrapando a poco con la mano Torrico. Pequeño pueblo metido en un hoyo, tan solo visto cuando ya estas metido en el. Por su enrevesado casco anduvimos, sorteando boca calles, entrando y saliendo en sinuosas calles, callejones, y por encima de todos los tejados, junto al rollo del zoco, destaca la cubierta de la iglesia, llamando nuestro paso junto a ella en el punto donde nos encaminará a buscar la salida que buscamos.

Ya en la periferia torriqueña, junto a las ultimas huertas de labranza, a las ultimas granjas cercanas al pueblo, encaminamos nuestro paso buscando la siguiente estación …

Junto a las lindes occidentales de Valdepalacios, subiendo y bajando muy metidos de nuevo en zona de dehesa, entre encinas, por caminos prácticamente sin uso, tan solo restos de piconeras y los líquenes finales de las cargas de leña, por senderos rápidos, picando hacia abajo, abrimos y cerramos puertas, y ya en el lagarterano terreno, a más de la mitad de la ruta, hacemos de nuevo piña para continuar con la divertida jornada que aún nos queda.

Por las fincas del sur de mi pueblo, por senderos pedregosos, entre brocales y pilas talladas junto a los artesanos pozos con agua zarca, trepidante ritmo, buscando la bajada junto al punto geodésico allá en lo alto, aumenta nuestro ritmo, en un vertiginoso y rápido sendero, adrenalina y divertimento por las nubes, y giro a la derecha, de nuevo piña …

Encaminamos ya nuestra dirección S, para salir con tristeza de mi zona, de mi pueblo, pero lo haremos pasándolo bien, dando caña a nuestras bikes, el terreno pica de nuevo bajando, senderos en un ancho camino, para elegir, para degustar, regueros con agua, el curso del arroyo entra en el camino, cortamos con nuestras ruedas hasta 18 veces su paso; el agua salta a nuestro paso, nos salpica, pero con gusto, a estas horas de la mañana ya pica, en la confluencia de caminos nos dirigimos hacia la macarrera.

Será el punto final a esta bonita zona, pero el inicio de una nueva, no menos bonita, seguimos por casi abandonados caminos entre encinas, tan solo utilizados, por los aperos de labor, que gracias a las últimas lluvias caídas, están pletóricos retozando en el campo.
Sembrados, barbechos, todos a nuestros pies, hectáreas de tierra pasando por nuestras retinas, todo ello a buen ritmo; de nuevo abriendo y cerrando puertas ¡joder, no viene Pakito!.

En el cercano horizonte, el caserío de Valdepalacios. Buscamos la salida, todos siguiendo a Largo-te, junto a un embarrado arroyo, y sorteando una electrificada ganadera alambrada; esta vez, ya nos encontramos en la oriental linde de la finca, junto al hotel, con no sé cuantas estrellas, como el catálogo de los productos del Abuelo.

Cruzamos la carrera que une O……a con Puente y entramos de nuevo en senderos conocidos, y a la voz de ¡dale, dale! – imaginad – pues dale, ¡dale a los pedales!, por estos terruños, extrañados nos miran los animalitos, ¿Quiénes serán estos que con este escándalo pasan? ¿Quiénes será estos a estas velocidades?, si aquí lo más rápido que ha pasado – mejorando lo presente – han sido yuntas de bueyes y burros, cargadas del seco fruto de estas tierras, lentos y pesados tractores, sustitutos en tiempo de los anteriores … a poco deteriorado paso canadiense y caminos de concentración parcelaria … en el sureño horizonte Alcolea de Tajo.

El plato del Abuelo no entra, sus piernas parecen centrifugadoras intentando estar a la altura del resto de las trotonas … largo llano, con remate final, Meji-Jones sube tranquilo, atmosférico, unos fuertes delante, otros más lentos detrás, y al fin llegamos a la periferia puenteña.

Por la cañada entramos, sabaderos en ella se encuentran, con sus puestos montados; chandals, batas, zapatillas de paño, sábanas de franela, mantas guiñapas, frutas de temporada, dulces, floretas y mangas, sacos de picón, y alpargatas, ¡aquí todo se vende!, ¡aquí no ha de quedar nada!; por no quedar, no quedamos ni nosotros que seguimos adelante, buscando el punto final a nuestra ruta.

Llegamos al fin al aparcamiento, llegamos, nos cambiamos, saboreamos la victoria, ¡no de competición!, sino del gran día pasado, del terreno conquistado, de lo aprendido, de lo disfrutado …
Creo que Largo-te lo hizo a posta, no lo grabó, volveremos pues, está garantizado.

Compañer@s, repito, el campo está increíble, se deja se deja, nos necesita, necesita que lo conquistemos, necesita que por sus senderos, caminos y cordeles sigamos pasando, necesitan sentirse vivos, y nosotros se lo damos.

Os espero, en esta y muchas más, ¡ojo! muchas nuevas más, no sin recordaros una vez más …
AL ATAQUE!!!

Siempre digo, una imagen vale más que mil palabras, os dejo las imágenes que representan todo lo aquí contado, gracias compañeros Abuelo y Cuerpo, increíble trabajo ¡GRACIAS!
Videos:
Fotos:
https://goo.gl/photos/RqzCJxyUxFmJrErL9







miércoles, 11 de noviembre de 2015

UN PIE EN LA JARA EL OTRO EN EXTREMADURA



Estamos con afán disparatado en la dura tarea de investigar e innovar, es difícil, hay que arriesgar, pero ¿quién dijo miedo? ¿cuándo ha atascado este Club? … ¡vamos a por ello!
Estamos un poco cansados de repetir las mismas rutas e incluso, ya no encontrar ni intersecciones por las que perdernos e innovar.
El guasap los días previos a la ruta empieza a tener movimiento, ya estamos hablando de furgoneta, y cuando esto es así, vamos buscando nuevos parajes, ¡pero ya!.
Un poquito más temprano que de costumbre y en la Alameda, Largo-te – con el chintófano, súper-importante – Benito – concentrado – , er Viti – motorizado –, Meji-Jones – insuflado –, el Abuelo ¿el Abuelo? <intento fallido, nos ha engañado, va a montar pero por su cuenta, que quiere – mejor dicho, le obligan a – estar temprano para meter leña, & I.
Todos y todas a la furgo, ¡en marcha!, en el cruce del pueblo nos encontramos a Tadeo en su coche, pobre, se le cae la baba, lo sentimos compañero, no podemos parar a consolarte … dirección La Estrella.
Nos bajamos todos y todas, vestimentas de última hora, estiramientos, cascos, gafas y ¡acción!
En principio el camino es conocido – para algunos, 3 – otros disfrutaran aprendiendo; el día amanece fresco y entre niebla, pero se nos antoja buen tiempo … ya lo veremos.
 Nos dirigimos a Fuentes – por camino – a buen ritmo, el camino está rociado y nos moja los bajos, es pizarroso y desembocará en uno más ancho que a buena marcha nos llevará directo a Fuentes.
En la primera intersección, giro a la derecha y entrada en un camino, a poco más angosto, pero divertido, lo que nos acompañará toda la mañana, barro, agua, en fin, diversión.
Estrechos senderos en lo anchuroso del cordel, flanqueados de impenetrable jara, que ya a estas horas empieza a impregnar de su esencia el ambiente, al igual que el romero y el tomillo que tanto necesita Benito para curar sus aceitunas.
Paisajes repletos de encinas, grandes, impenetrables para el sol, sombríos prados verdes, y tras la embarrada bajada, llegamos a una media tostada que nos subirá para acotar un falso llano que nos dirigirá a una larga y fuerte bajada con ancho y fácil camino, y que elevará la velocidades por encima de la cuarentena, hasta llegar a la bifurcación de sendero herbáceo y regueroso, que poco a poco, entre cercas y senderos prácticamente perdidos, nos llevará hasta el escondido puente sobre el arroyo Cubilar, donde hacemos una pequeña parada para disfrutar del paraje y hacer unas instantáneas.
Continuamos por la fuerte rampa que nos saca del paraje, para pasar junto al cobertizo de las herramientas, conduciéndonos el sendero casi campo a través, a buscar la puerta de la cerca que nos adentrará en el principal camino, ya en la periferia campillana.
Cruzamos la comarcal que une Toledo-Mérida por Guadalupe, para entrar de nuevo en un rápido sendero – camino de los molinos – que enlazará en la pista que en su último tramo hormigonado, directa nos dejará en la culona.
Entramos por tanto en esta – la culona – que no tardó en hacerse notar, y en breve a nuestra izquierda, podemos ver los molinos de Río Frío, que esta vez corre con fuerza y alegría, gracias a las últimas lluvias caídas en estos pasados días. Poco más allá, túnel norte de Pizarrita y estación, en la cual, y para sorpresa nuestra, han habilitado un corral de cabras.
Cruzamos sin parada, el nuestro, es el rápido que va directo, sin paradas ni trasbordos. Avanzamos a toda máquina, en contra del viento, con una única parada – La Cervilla – sin otra opción, ya que cuando las avería mecánicas llaman a la puerta, no queda otra que atenderlas; pero nada que en un pis pas no se pueda solucionar.
Seguimos con la intención de ir hasta donde siempre, esta vez la idea es no mojarse “más” los pies – no entraremos en las cuevas – y avanzando nos sale una posibilidad desconocida a la derecha, de nuevo, miradas de complicidad, consultas de opinión chintofaneras y ¡adelante!.
Interesante bajada hasta el caudaloso arroyo del “Collado”, que lo cruzamos con nuestras ruedas a toda velocidad, partiendo cinco veces sus aguas como Moises en el mar Rojo; pequeña subida y carretera, pero que nos adentrará en un camino, camino semi-corta lumbres, rodeado de jaras, espesas, altas, y de este a otro, y otro, cuestas y más cuestas, frente ya a la sierra de Altamira, consultas, miradas, llamadas – cariño – N S E O, seguimos, apetitosa bajada y camino asfaltado unión  Puerto de San Vicente – Estación de la Mina Sta. Quiteria, a tan solo 3,5 km. dirección SO Puerto.
Llegamos a Puerto y antes de hacer break, subimos al puente que cruza la carretera por el camino de Guadalupe, por lo menos para hacernos fotos del importante hito y poner un pié en tierras Cacereñas. Dicho y hecho.
La ventana abierta en este hueco, hace breve el acontecimiento, bajamos premurosos al pueblo, para junto a la parada del bus y junto a la contrastada sabiduría de dos paisanos hacer nuestro merecido break. Merecido, las piernas ya nos pedían a voces ¡gasolina!
Breve la parada, suficiente para reponer fuerzas, coger agua de la fuente, e inflar de nuevo alguna guerrera, para intentar hacer el resto del camino, resto con objetivos por cumplir.
Salimos del pueblo dirección N, sube-baja en un rápido camino, charcos y arroyos, rápidos, ¡más rápidos!, pasamos por donde la otra vez sin más c…..s paramos, despacito, pero sin parar, con las justas explicaciones …
Explosivo camino, poco utilizado, lleno de hierba por momentos, de piedras, pizarras, más charcos, más arroyos ¡cómo está el campo!, los kms. van sumando pesadez a nuestras piernas, pero los ánimos no bajan.
Fuertes pasamos junto al paraje de los Baños de la Herrubrosa, con su bonita historia, que en otra ocasión os contaré, esta vez el jadeo de mi respiración, no me deja ni hablar – lo habréis hecho a posta ¿no? – y muy poco más allá – Aldeanovita – Aldeanueva de San Bartolomé.
Por la SB-40 o 50, sin parar en el pueblo, fuertes, entramos y salimos periféricamente, buscando el camino dirección – al dolmen – <de esto ya sí que no hablo> … porque el ritmo al igual que los kilómetros iba en aumento, y las fuerzas disminuyendo, pero ¡a esportones!; en el norteño horizonte brillaban las hormigonadas cuestas que suben a la sierra ancha – Cerro de la Estrella – lo que implicaba la cercanía ya a nuestro destino final, no sin que antes un par de rejones apuntillaran nuestras fuerzas ya por los suelos, exceptuando claro está, las trotonas de er Viti – que parece que se ha dopado – y de Largo-te, que al igual que Obélix se cayó en la marmita del brebaje.
¡Llegamos!, y cuando así lo hicimos, estos que iban sobraos, quisieron inmortalizar el momento en la puerta de la solitaria iglesia estrellana.
Estiramientos pues de última hora y bicis a la furgo, esta vez rebozadas como los palitos de merluza Pescanova, a diferencia de cómo impolutas salían esta mañana, no me lo explico, esquivamos todos los charcos, incluso nos bajamos de ellas cuando hay que cruzar algo chungo …
Compañeros objetivos cumplidos; otra para repetir, junto a todos vosotros, todos los que no estáis, todos los que no os animáis, ¡como está el campo!
Nos vemos, en esta y en muchas que tenemos preparadas más, no sin recordaros una vez más …
AL ATAQUE!!!






jueves, 5 de noviembre de 2015

LA BARCA Y EL MOLINO DE MONTOYA



La semana pasada ya quedaba prácticamente decidido, Cuerpo que había salido con nosotros en la calerana vuelta, propuso ir al Montoya, ya que él no lo conocía.
Pues bien, una vez más en la Alameda, multitudinario grupo, de los que ya van gustando, aunque espero que se vaya reproduciendo, pero, exponencialmente, os esperamos … al tomate!!!
Estábamos reunidos, nada más y nada menos, que el Abuelo, Texinas (siiiii Texinas), Cuerpo – con su cámara de cortos – Po-Cholo, Benito, Largo-te, er Viti, and I.
Como está decidido, sabemos por donde salir, entonces … Adelante!!!
Subimos por el canal dirección Gamonal, y por los ricos y esponjosos caminos, a Velada, hasta aquí todo igual que siempre, pero al llegar a san Berecoldo … ¡es de bajada! ¡toma!; sin dar pedales hasta el baldío y a to cimbel, en un pis pas la cuesta está merendaa.
Ya en los llanos, buscamos a buen ritmo el puente que nos enseñó Tadeo (vamos coño anímate), que le pasamos por debajo, entre veredas y arenas, arenas que se pegan, pero pasamos – el Guadyerbas está seco, seco pelético, pelín pelan bético – en la otra orilla por tanto, y sin mojarnos ya nos encontrábamos; y seguimos, seguimos por el monte, repleto de encinas, de bellotas en el suelo, esperando ser devoradas por las grullas, que vergonzosas ya empiezan a aparecer, monumentos megalíticos, y ¡una moto! ha salido con las últimas lluvias, la vez anterior que pasamos por aquí no estaba, y ya es toda una scuter; lo mismo cuando se haga GP la podemos arrancar – no creo que sea especie protegida -.
A poco y entre fotos con las enormes especies floras – más altas que el Largo, con más envergadura que los dos hermanos juntos – ¡qué maravilla de la naturaleza!, y entramos en el cordel, y a muy poco, salimos. Tomamos el camino dirección Parrillas, rebaños de ovejas nos encontramos que a la voz de ¡qué viene Pablo Iglesias! salían todas en espantá, lo curioso fue que otro de las mismas, a la voz de ¡que viene Rajoy! – viva la diversidad – salieron en idéntica dirección y a la misma velocidad – moraleja … es fácil, os la dejo a vosotros – ; y desde aquí hasta la vecina Navalcán por el paseo de la carretera – esto hay que depurarlo, en breve, más y mejor -.
Paramos donde Vareta a contarle un par de tontunas, y nos hicimos fotos en el casi invisible puente súper-antiguo, que no conocíamos a la entrada de la población.
Anduvimos por calles perdidos, hasta que dimos con la N-50 que nos iniciaría en busca de la recta final hacia nuestro destino.
En la bajada nos encontramos diversos grupos de joven@s que aprovechando el sábado de ánimas, han anticipado el calbote; hasta para esto son brutos los navalqueños, unos para no pasar sed – con un barril lleno de bebidas – otros, y donde nos encontramos, con un carro de la compra ¡del Carrefour!, la madre que lo parió; aun así nosotros seguimos, ahora es todo bajada y hay que disfrutar de ella, que ya vendrá la subida – ya vendrá –
Una vez en el paraje, allá a la orilla del Tietar, echamos un primer vistazo para comprobar que todo está en su sitio y disfrutamos del momento break, esta vez compuesto por frutos secos de temporada, castañas, nueces … un pequeño pero particular calbote.
Hacemos fotos, gravamos y disfrutamos del entorno y el momento, el bullicio del lugar, con una pequeña pero brava zona de piedras, donde rompe el agua, sin envidia de los grandes ríos o de los sonidos de las más grandes cataratas.
En breve cogeremos nuestras monturas, no sin que antes el Abuelo, plante un farol sobre la mesa … ¿seguimos el curso del río hasta los motores? – es fácil que debamos hacer algún tramo andando … miradas de complicidad, ¿quién dijo miedo? ¿quién dijo andando? ¡nosotros vamos montados!, dicho y hecho, y tras echar las bicis a nuestro hombro para pasar la escalinata de la arquitectura formación, entramos en el sendero …
Angosto era, lleno de retamas y coscojas, endulzado por el fuerte olor de las aromáticas  plantas a nuestros pies, sin invadir, tomillo, romero y muchas de ellas más, entre piedras y fuertes peraltes, pero siempre, a lomos de nuestras burras, como a nosotros nos gusta, forzando las bielas y apretando los riñones.
En breve, llega la calma al río, como en una planicie el agua es retenida, para luego ser extraída, junto a la granja de cabras y gansos pasamos, para después llegar a pie de río y disfrutar de nuevo, pero esta vez del silencio y la tranquilidad que ofrece el agua retenida.
Es la primera vez que venimos, no creo que sea la última, este nuevo sitio ofrece más posibilidades … el tiempo apremia, y sabemos que hay que subir lo bajado – que vino – .
Manos a la obra pues,  tic tac, tic tac, como a golpe de reloj, sonaban nuestras bielas, buscando una regular cadencia en las fuertes rampas … tic tac, tic tac, y a golpe de pedal y biela, como en el yunque de un artesano del hierro, tan calientes por el esfuerzo como el duro material para conseguir moldearle, conseguimos llegar al punto alto, donde ¡a propósito!, seguía el calbote.
A poco y de nuevo en Navalcán, ¿o era Parrillas?; por la salida del concurrido cementerio, en la que pone – a Talavera – anduvimos, entre coches y flores, entre flores y cabras, hasta pasamos por la “hípica Lebrel” – este abuelo, lo tiene todo colonizado – llegamos a la apestosa depuradora y de nuevo ¡nos confundimos!, casi volvemos a Navalcán, como en veces anteriores, y es que el Largo-te, no sabe qué hacer para meter kilómetros a la ruta, ¡claro, como tú vas sobrao!; nada que no se pueda arreglar con una pequeña media vuelta, y nuestra sonrisa fiel escudera del grupo y signo inequívoco de nuestro divertimento.
Por caminos ya conocidos, llegamos de nuevo al cordel, esta vez regresaremos por el camino de la granja de las cabras, ¿alguién ha dicho que dando caña hasta la cámara?, ¡estáis locos o qué!, saco la cámara de repuesto, o la cámara del móvil, o la cámara del Club que lleva el abuelo, y el objetivo está cumplido.
Nos adentramos de nuevo en la espesura del monte, entre encinas dirigimos nuestros pasos abriendo y cerrando puertas, esta vez las abre Po-Cholo, pero no te acostumbres, que es porque Pakito no viene. Pasamos el Guadyervas por donde costumbre, pero esta vez, a pesar el inmenso arenal ¡lo pasamos montados!. Al llegar a la última cancela, los hermanos más Largos cambian sus monturas – me suena a estrategia – algo nos tienen preparado, y como muy en breve y no muy a lo lejos se atisba san Berecoldo – a saber que está pasando por esas cabecitas –; menos mal que el de el intercambio no fui yo, a ver sino como hubiera llegado a media pedalada y sin las protecciones preparadas para trabajar en altura.
Las encinas dejaron de gotear, y llegamos a la cámara – menos mal que el paso fue regularcito – que está en el baldío, y que directa nos llevará a san Berecoldo, no sin que antes nos crucemos con casi una decena de domingueros calboteños en coche – hasta aquí nos van a colonizar –
San Berecoldo pues, - veni, vidi, vinci – sin prisa, pero sin pausa coronado, a buen ritmo, con buena respiración, todos en fila india y … Velada.
De Velada a Gamonal, en Gamonal ¡ay en Gamonal! 8 km de piedras necesitamos Gamoninos; ni un minuto nos duró el corto sendero, que encabezado por Largo-te y seguido muy de cerca por los pupilos Benito & I transcurrió sin pena pero, ¡con mucha gloria!, ooooohh tremenda diversión a ricas dosis de adrenalina … para gustos.
Por la asfaltada arteria que une los pueblos, dejamos partir a er Viti, que con pena nos deja hasta la semana que viene, nosotros a buen ritmo llegamos al pueblo, y para recuperar fuerzas, nos bebimos unas gordas que desempolvaron nuestros ásperos gaznates.
La próxima vez que volvamos a Navalcán, lo veremos de diferente color, o desde distinta perspectiva, Largo-te a golpe de chintófano nos está preparando una sorpresita que sin duda no dejará indiferente a todo aquel que participe en ella.
Espero esta muchedumbre, como antes he dicho, se vaya multiplicando, y de nuevo lleguemos a ser, el increíble y numeroso pelotón que en otras ocasiones surcaba los caminos buscando grandes aventuras.
Hasta entonces me despido, no sin recordaros una vez más …
AL ATAQUE!!!
Disfrutad como no de los videos y fotos que se curran nuestros compañeros, el Abuelo, y Cuerpo. Gracias!!!
https://goo.gl/photos/6zYX4HSRE7XCbSrL7
https://youtu.be/e8hwa6dSKpY
https://youtu.be/IS82wzmjQiY
https://youtu.be/Hjwuops1CpI
https://youtu.be/0Klrn73btZg