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miércoles, 24 de febrero de 2016

FEBRERO HA COMIDO LEGUMBRES!!!



Tiradas de prosa en guasap en días anteriores daban las directrices a seguir para poder salir o más bien, para completar la afluencia a la ruta que teníamos prevista para este sábado. parece que salir a investigar y conocer nuevos terrenos anima al personal, pues nada dicho y hecho, ahora os lo detallo, veréis.
Aunque la noche anterior estiró al máximo incluso llegando al cambio de día, me dedique a preparar el vehículo de transporte y la bici que aún estaba con las cascarrias de la salida anterior, necesitaba goma y engrase.
El sábado amanece temprano, incluso antes de la hora fijada ya hay tareas por hacer … aún así, puntual a la cita. Todos los convocados en el sitio fijado, es decir, en la Alameda – como siempre –. Estaban, nada más y nada menos que, Cuerpo ¡con cámara!, Benito, el Abuelo, Largo-te – con el chintófano cargado de maravillas por ver – Texinas, Joaquinon, Tadeo, Charlie – tuneado – & I. También están preparadas las DKV’S que nos van a trasladar hasta el punto start.
Salimos por tanto motorizados hasta el punto – start – allá en Membrillo. Llegamos, bajamos las bikes, preparativos de última hora, y ¡adelante!
Por el camino que nos enseñaron los Herencian@s, vamos hasta Alcaudete, lo recorremos en un pis pas, al principio el terreno pica en contra y nos permite calentar un poquito las piernas, pero en breve enfilamos una atractiva bajada que nos llevará directos al pueblo, sin esfuerzo, casi sin darnos cuenta, disfrutando de la velocidad, de la vista, de las instalaciones antiguas abandonadas, que en otros tiempos regaron estas tierras para obtener del campo toneladas del fruto previamente sembrado.
Entramos en Alcaudete a orillas del Gévalo, para cruzarlo por el puentecito colocado tan solo para ciclistas y peatones. En el pueblo nos surge una pequeña avería, nada que no se pueda solucionar, aunque no sea solución cómoda, pero si para salir del paso y poder completar el tour que tenemos pensado.
Cuerpo cámara en mano, - en breve lo veréis - , y veréis que bien nos lo pasamos, saliendo de Alcaudete, hablando, tranquilos, para ver en el sureño horizonte, como se eleva el terreno, con unas siluetas blancas que desde lo lejos nos dicen, que el semblante de nuestras caras en breve va a cambiar, aun así nada preocupante, nuestras piernas pletóricas de la energía adquirida en el desayuno a base de huevos fritos con chorizo y panceta, no temblaran.
Poco hubo que recorrer para comprobar lo cierto de la afirmación; a ritmo fijo y aguantando respiración y pulsaciones, cada uno a su tran tran, cada uno con sus pensamientos y cada uno transmitiendo a las monturas la cadencia que nos permiten, alcanzamos la cota alta, para comprobar la extensión de la raña que se abre a nuestros pies.
El camino sigue picoteando hacia arriba, y en breve alcanzamos la casa de campo que da sombra y cobijo a un grupo de criminales que ha venido este fin de semana a divertirse con los prismáticos oscuros asusta y mata fauna, advirtiendo tan solo de su presencia con un vergonzoso cartel … uff. Seguimos – que me caliento
Poco a poco se va elevando de nuevo el terreno, el olor a jara nos indica de nuevo la zona en la que estamos, además de serpentear por un sinuoso y poco transitado camino, hasta que llegamos al cruce de rutas donde nos tenemos que desviar. La subida hasta ahora ha sido llevadera, el aire nos ha ayudado, empujando un poquito a nuestras bikes, ya veremos a partir de ahora en que se transforma esto.
Bajamos fuertes, disfrutando del paisaje que la cuesta – de la lata – nos permite hasta que llegamos al punto bajo en el muro de la presa del Gévalo, donde se nos antoja parada para hacer break y reponer fuerzas.
Fotos, comentarios, disfrutamos del paisaje, de la tranquilidad del embalse a nuestra derecha, del sonido del agua al caer por encima del rebosadero a nuestra izquierda … ¡hay que continuar!
Tras subir un pequeño repecho dejando atrás la orilla E del tranquilo embalse, llegamos al tranquilo pueblo de la Fresneda, entre aromas a cocido de fin de semana – como el que se come el Abuelo los Saturday’s –, atravesamos el pueblo por sus enrevesadas calles Toledanas, estrechas y empinadas, para llegar a las afueras y afrontar el duro hito – hormigonado, ya sabéis lo que significa – de la jornada, que a ritmo tiento nos subirá en tan solo 1 km con más que elevado porcentaje, hasta el camino en la raña Victoria que une Espinoso del Rey con Talavera, punto donde nos encontramos de frente con otra formación – menos numerosa que la nuestra – y con la que cambiamos impresiones; que si la cuesta de la lata – o la gata, o la rata o … – que si conocéis a Florencio, o a Sinfolinosio, ¡qué hostias vamos a conocer!, anda marcha que nos estas liando.
Aunque lejos queda Talavera, cambiamos de dirección poniéndonos esta vez en contra de aire ¿alguien decía que no hacía aire?, joder con Febrero ventoso, parece que se ha tragado una olla entera de legumbres …
Caminos rectos, anchos, rápidos, aunque en contra de aire, caminos ideales para subir pulsaciones, más aun llevando a Largo-te delante que tensa la cuerda dejándola estirar pero no terminar de partir.
Tensando, tensando llegamos en breve a la carretera de Alcaudete – Los Navalmorales, punto de unión, eso sí, al rego-viento de una coscoja protectora.
Todos juntos de nuevo, partiendo hacia nuestro destino final – del día – . El camino, sigue teniendo la misma pinta que el anterior, seguimos entre olivos, tierras – coloras – , cambios de dirección, siempre en contra del viento, de nuevo tensando nuestras piernas, subiendo las pulsaciones y estrujando si cabe más y más nuestras bielas para aumentar progresivamente la velocidad. Sube – bajas, solitarias casas de labor en grandes fincas, fincas de labor, de riego, de grandes producciones aceituneras, para a buen ritmo llegar al cruce de caminos que nos bajará hasta el punto start – stop.
Hacemos parada antes de llegar al punto final, siguiendo las indicaciones del Abuelo, que quiere una postal del curioso vértice geodésico, con terraza incorporada para el álbum de la jornada.
Subimos a la terraza solo algunos escaladores experimentados, el viento allá arriba, si cabe era más fuerte aún, en lontananza pero casi para tocar con la punta de los dedos, la silueta de Gredos. Igual que subimos, bajamos, para montar sobre nuestras bike’s que están deseando llegar al pueblo, y es que, la magra que nos queda, siempre la hemos cogido al revés y deseosos estamos de hacer el sentido contrario, con el que en esta ocasión y como puntilla final de ruta nos vamos a deleitar.
Como escopetas bajamos, alcanzando velocidades por encima de la sixty cifra, para serpenteando por una veredita y buscando la parte alta junto al depósito del agua canalizada para el pueblo, en la tapia del cole llegar de nuevo a las furgos que esperando están.
Maravillosa ruta, cambio de aires y nada más y nada menos que 9 cabalgadores. Esto va tomando otra perspectiva, otro color.
En breve más … hasta entonces y no dejando de animar a los que faltan; me despido, no sin recordaros una vez más …
AL ATAQUE!!!

A propósito, os dije que Cuerpo había salido cámara en mano, qué mejor forma de ver y disfrutar de lo que allí vivimos que la que nos deja nuestro querido compañero con su trabajo. Gracias, una vez más por dejar constancia de las rutas con tu dedicación.

También tenemos las fotos del Abuelo, que desafiando a la gravedad en muchas ocasiones, se arriesga a inmortalizar con las bonitas instantáneas lo momentos vividos. Gracias Abuelito.
https://goo.gl/photos/T7PBYXujwcyxiDPB6




jueves, 18 de febrero de 2016

¿QUIEN SE HA DEJADO LAS VENTANAS ABIERTAS?



Ventosa y húmeda ha sido la noche, veremos a ver como amanece la mañana. Para sorpresa de algunos de los perennes integrantes, parece que se van cumpliendo promesas … ya veréis, os cuento.
Cuando llegué al sitio de arrancada de costumbre y a la hora fijada, tan solo estaba Cuerpo –sin cámara – esto huele a poco, la verdad la mañana es ventosa y esto echa pa’atrás, no obstante, a poco llega Largo-te, y casi cuando estamos echando la pierna por encima del sillín para arrancar ¡Texinas!, guau, esto pinta mejor, y encima cumple con su palabra, este chico si es de fiar, para colmo, se emociona leyendo las crónicas, si es que es más tierno que el pan bimbo, ¿qué digo que el pan bimbo? ¡qué las panteras rosas!. Nada, adelante pues.
Subimos dirección Gamonal, sin tener muy claro que hacer, al pasar el puente de la A-5 ya hace el primer quiebro Largo-te, en cabeza, seguido con gran interés por el resto, al menos dejamos de lado el odiado asfalto – con sus de sobra conocidos peligros – y en breve, Gamonal, aunque en su periferia E.
Pasamos bajo la N-502 por el adecuado paso que nos ha dejado la convención de MTB en el pueblo, y sin pensarlo nos adentramos – aprovechando ausencias – en la guapi senda que el mismo evento dejó, y que con la participación de todos trataremos de mantener viva.
No tengo palabras, más aun cuando los obstáculos que fueron en ocasiones anteriores, ahora tan solo son leves rampas que paso casi sin esfuerzo. Para saber de que hablo, hay que venir, hay que sentirlo, hay que disfrutarlo.
Seguimos adelante, seguimos sendereando, una coscoja abrazó a Cuerpo sin piedad haciendo profundo y gran 7 en la chaquetilla uniforme Club, nada que no solucione la Espe. Seguimos, y bajamos en contra de aire, sin necesidad de tocar el freno, cruzamos de nuevo la N-502 y hacemos la segunda parte, concluimos y vamos a ver que más se puede hacer para alargar la ventosa mañana.
Pues como dice Largo-te, hay que tener tiempo para todo, yo ya me doy por satisfecho hoy, y lo que caiga a partir de ahora me da un poco igual. Vamos dirección Velada, y pasamos por el cordel junto a los mesones, los arenales están compactos gracias a las lluvias caídas en la noche anterior. La bici se desliza por la capa superficial de los mismos sin tan solo hundirse 1 cm, lo que hace ágil y poco pesado el pedaleo, y que continuará en el resto de la ruta, cuando pasamos a nivel de nuevo por la nacional, junto a los abandonados puestos de los estivales meloneros.
En la periferia del campo de futbol del velaino club, allá donde moceábamos escuchando conciertos a módicos precios – populares – comenzamos la ascensión ¡en vespino!. Chico, como empujaba el aire, miedo me da no vayamos a pagarlas todas juntas, pero de momento la vela que va delante, es la que la alumbra, así es que ¡carpe diem!.
Incluso desde atrás y en el blanco de los ojos, supe de la expresión de Largo-te, y sin pulsar el indicador de dirección, supe que subiríamos la cuesta de los caballos por la parte más bonita, rodeando el montículo que se eleva a la izquierda de las misma, y que esta vez se ha visto interrumpido por un “arador de caminos” ¡vamos que no hay campo!. Motivo más aun para pasar y seguir haciéndolo por el sitio.
Coronamos a toda pastilla ¡subiendo!, y al llegar a la cresta nos encontramos a un desordenado grupo, grupo mal vestido y envidioso de nuestra uniformidad, y compactada formación, y eso que solo éramos 4, si estos ven el grupo pleno ¡lo flipan!; para colmo solo se les ocurre decirnos, – tirad tirad, que ahora os echamos mano – buff, ¿a quién se le ocurre?. Se coloca Texinas en vanguardia de la formación y empieza a estrujar a la Ford – Scott – con el aire de culo, apretando, llegamos a Mejorada en un pis pas y – ni rastro de Hannover
Toca de nuevo decidir, llegamos a la conclusión de que iremos hasta Segurilla, y hecho. Por el camino conocido a la salida de Mejorada – junto a las pistas deportivas, el de el guarro de San Antón – salimos dirección Segurilla, y cuando llegamos pues subimos a nuestra obligada cita, pero esta vez, ¡cuesta!
Una vez arriba, sin bajarnos de nuestras monturas, hacemos dos vueltas a la rotonda y sin hacer break tiramos urgente para abajo, no sin antes pararnos a contemplar al valiente currante que con arnés entallado ¡está subido en una de las torres repetidoras! – este tío está loco
Bajamos para no enfriarnos a toda mecha por la accidentada trialera, que una vez más – barreras al campo – nos cuesta enlazar partes. Y en la segunda, tras pasar el primer paso canadiense, la pendiente se acentúa, haciendo veloz nuestro paso, entre piedras y coscojas, matorrales y encinas, hasta llegar en un visto y no visto a la orilla de la Portiña, punto de reunión, consenso y decisión de continuación.
Al final, por el canal, a ver si nos protege del aire, ¿quién habrá sido el pardillo que se ha dejado las ventanas abiertas?, lo que sí es cierto es que la casa se le va a ventilar.
Pantera rosa en mano, a pausado ritmo, con mucho esfuerzo llegamos a la antigua N-V, la cruzamos y desde el canal accedemos a las parcelitas con casa que hay en el antiguo camino del pueblo que hay antes de Lagartera.
Largo-te y Cuerpo toman la iniciativa, son una fuente de sorpresas y de sabiduría, al menos para mí. Anduvimos por caminos cercanos al pueblo, a caballo entre Talavera la Nueva y Alberche, cercanos pero desconocidos. Los km iban cayendo, lentos pero seguros, a poco y ya se va divisando la zona de la ermita; tras haber utilizado incluso la fuerza para espantar a un can a la voz de – riá pa pa pa – (no estábamos para apretones – vamos que nos habíamos dejado morder), llegamos a la zona del desguace de Aldahuil – amontonamiento de chatarra y casas en ruina – incluso el camino está malo, con baches, con ¡agujeros!.
A poco ya vemos la vía del tren y la casa de Waldo Faldo Farraldo, cruzamos la nuestra carretera y vamos a por unas gordas, que las piernas vienen vacías.
La ruta fue corta, pero en todo su recorrido intensa y más que suficiente para llevar las pulsaciones a altas cotas. Tuvimos zonas explosivas, tuvimos zonas que animados por el aire nos dimos si cabe más caña – subiendo – y tuvimos la mitad de la ruta luchando contra el fuerte viento.
Pues nada, febrero ventoso, algunas promesas cumplidas, aunque si es cierto que faltan muchas más. En nuestro haber más y más rutas, deseando vayamos a conquistarlas.
Espero por tanto en breve seamos muchos más. Hasta entonces solo me queda decir una vez más …
AL ATAQUE!!!

miércoles, 10 de febrero de 2016

NOS ABANDONA HASTA EL DESODORANTE!!!



Fría y nublada arranca la mañana, pero ¡hasta de ánimos!, tan solo cuatro feroces – bueno ya veremos – ciclistas asoman el VW a estas horas, por abandonarnos lo ha hecho hasta ¡el Abuelo!, no se a este ritmo donde vamos a llegar, porque chicos ¡estamos en febrero! ¿qué pasa con lo prometido?
Arrancamos a la hora de últimamente, no queremos hacer nada exagerado, ya que esta tarde son los desfiles de carnaval en el pueblo y queremos estar con nuestros cachorr@s … como dice Pakito – es día de estar en familia - ¡me meo!.
Estábamos en el sitio de costumbre y dispuestos a dar pedales, nada más y nada menos que Tadeo, Pakito, ¿Pakito? ¡si Pakito coño! – ya veremos – Largo-te & I. Joaqui asoma la gaita a ver cómo anda el grupo, tanta vergüenza le dio de lo que vio que  a punto estuvo de coger la bici rosa y venirse. Asoma también el Abuelo, disfrazado de no sé qué y con la cámara de hacer retratos colgada del cogote. Esto se está convirtiendo en … bueno, supongo que la gente irá cumpliendo sus promesas, pero vamos ¡qué febrero ya ha empezado!
En honor a er Viti que quiere enseñarnos una nueva manera de subir a la Pueblanueva – a ver que se inventa este malaje – decidimos ir a otro sitio.
Pues nada, nos dirigimos a paso tortuga hasta la vecina Calera y vamos por la vía comiendo kilómetros – a paso tortuga – Pakito amaga con echar la tralla y aflojamos, llegamos al arco y bajamos a la carretera, para dirigirnos por la primera pista a Canturias, punto justo (en la entrada de la pista, no vayáis a creer …) donde el desodorante deja de funcionar y nos abandona junto con Pakito, nos cuenta: - mi intención es llegar para cuando repartan esta tarde los bizcochos con el chocolate … pues anda majete, lleves tanta paz como dejas.
Seguimos pues, ahora tenemos una parte bastante interesante, como la mayoría conocéis, bajamos por la pista hasta la orilla del Tajo, a buena velocidad, la pendiente y el estado del camino – perfecto – animan a coger velocidad a nuestras bike’s, nada que hacer, las damos permiso.
Pasamos por un túnel formado por una gran serie de almendros colocados en ambas orillas del camino y totalmente en flor, el ambiente no puede ser mejor para nuestros sentidos, buena mañana para disfrutar – ya se han calentado las piernas – buen olor, estupendo color, a orilla del Tajo con esa sensación de paz gracias a la planicie que forman las tranquilas aguas embalsadas en este punto ¿se puede pedir más?
Quizá más no se puede pedir, pero más llegará, a la vuelta de varios cientos de metros llegan las primeras magras, y tras estas otras y ¡muchas más!. Subimos hasta el hotel – ¿ande andará Chechu?, a este se le acabó la leña y salió corriendo, y desde aquí comienzan de nuevo las magras hasta alcanzar la altitud, que junto a los cortados que desembocan en el Tajo nos dejan las impresionantes vistas, limpias hasta la sierra de Gredos que nos separa de la meseta norte.
Seguimos subiendo y al fin ¡bajando!, fuerte bajada hasta Las Herencias, que casi antes de llegar ya hemos pasado, no paramos ni al nuestro imperdonable break. Avanzamos contra a nuestros principios por la carretera hasta los secaderos de la curva, punto donde nos abandona Tadeo – por causas ajenas a su voluntad – nosotros seguimos. La intención es al menos subir hasta las fincas de Mecachón y luego ya volver.
Pues nada, pasamos el arroyo y la desordenada urbanización de los Frailes, con su increíble mal parido hormigonado de calles, y llegamos al puente que cruzamos por sus bajos dejando de lado el peligro de la nacional N-502.
Al comienzo del ascenso nos encontramos a un simpático paseante, que como a novatos nos advierte del calentón que nos vamos a pegar hasta que lleguemos a la parte alta – como si no lo supiéramos – hasta luego amigo – aquello que de dónde venimos lo hacemos fríos, al menos yo – en fin agachamos las orejas y a buen ritmito aunque no dejando de disfrutar de lo que la vista nos ofrece subimos hasta el punto de bifurcación de rutas.
¿Hacemos pis?, ¿hacemos break?, poco comentario, un par de suposiciones, un par de cómplices miradas y … ¡adelante! ¿quién dijo miedo?
Hasta El Membrillo pues, sube-bajas ¡fuertes!, disfrutando de la velocidad que el aire deja sentir en nuestra cara, saltando arroyos; la cosa se calma, observamos los yubas que esta vez están al revés – a nuestra izquierda – y seguimos, hasta que llegamos al pueblo, El Membrillo.
Tardamos poco en entrar y menos en salir, escuetita vertebra que separa al pueblo, y que suponemos que por temperatura no deja salir a ningún vecino a la puerta a ver que llega de nuevo por esos andurriales.
Pues eso, nada más salir y en todos los dientes, súper-magra que sube hasta la raña pasando junto a la antena repetidora y al curioso vértice geodésico con terraza incorporada, que esta vez no paramos a visitar.
Ya con la altitud alcanzada, a buen ritmo llegamos al camino que viene de la Fresneda y va a Talavera, ¡a por él pues!; más y mejor ritmo, incluso sorprendido, tanto él como nosotros cruzó un majestuoso ciervo con pecho estirado y con chulería, como tan solo ellos saben cuando los asesinos de los ojos oscuros no les persiguen, sabía que éramos gente de paz, por el gesto de nuestras caras al verle.
Siguen los kilómetros en un camino poco rodado, nada mantenido, kilómetros y más kilómetros pues, y tras pasa el desvío de la carretera de la Pueblanueva, salimos del camino para pasar de nuevo por el alto vértice geodésico junto a varios caseríos que nos cortan el paso – CAMINOS PARTICULARES – (joder se está llenando el campo de carteles de este típo ¿será una moda?).
Fuerte bajada que nos conduce por una senda entre los pinos de las estibaciones del cerro negro, para terminar en una vereda que directa nos mete en el Barrio de Sta. María.
Por las traseras de los conocidos almacenes de materiales en Talavera, entramos en el puente viejo, para en un pis pas cruzarle, y por la habilitada pista ¡DE CICLISTAS COÑO! a la orilla opuesta del Tajo, salimos de la ciudad de la cerámica tratando de buscar la dirección que nos llevará a nuestro querido pueblo.
Puestos en faena, y sin problemas de llegada ni nada por el estilo, ¿podemos en revesar más el asunto? ¿Por qué no?
Junto a la pequeña central entramos en la vereda, ¡oooooooo! – sobran las palabras – que al puente de la circunvalación nos lleva y desde aquí por el camino de los barros buscamos las parcelas ya en zona amiga.
Pasamos por la de Joaqui, y cerca de la parcelita de esparcimiento de verano de la costilla de Joaquinón, saltamos el apestoso desagüe – que nadie diga lo contrario, porque lo vimos y lo olimos – para en breve llegar al cordel y desde aquí directos al pueblo.
Nos fuimos a tomar unas gordas, y se unió Megi-Jones, que nos convidó a alguna, muy musicalmente ella.
Nada chicos, nos encasquetamos nada más y nada menos que por encima de los setenta kilométros. Mereció la pena, y disfrutamos como enanos. Dicho está todo, esperemos que las promesas febreriles lleguen, pues eso, en febrero.
Hasta entonces me despido, no sin recordaros una vez más …
AL ATAQUE!!!

jueves, 4 de febrero de 2016

AH DEL CASTILLO!!!


AH DEL CASTILLO!!!

Parece que poco a poco el personal se va animando, unos solos, otros en compañía (mejor) la del destacamento va cogiendo forma para rutas venideras. A mediados de semana se va moviendo el – guasa – y poco a poco, despejando incógnitas y viendo posibilidades vamos concretando la fin de semana salida. Os cuento, veréis …

Más temprano que últimamente estábamos en la alameda, sitio de costumbre; después del matutino rapapolvos de Joaqui – siempre es tarde – teníamos la cuatro ruedas preparada y calentita dispuesta a cargar las bikes y los biker’s y trasladarlos al sitio de inicio de ruta.

En marcha pues por la autonómica  - que según Joaquinón está llena de hierba – nos dirigíamos al bello casco de la antigua e importante villa de Puente, donde nos esperaba el impresionante puente.

Siguiendo las indicaciones del Abuelo – sooooo que no he dicho quienes íbamos; estábamos nada más y nada menos que el Abuelo, Joaquinón, er Viti, Largo-te, Benito & I – pues eso, siguiendo las indicaciones del Abuelo … vamos a estacionar la DKV a la orilla del largo Tajo a la vera del impresionante Puente del Arzobispo D. Pedro Tenorio y que nos vigila con sus arcos colmados de terréanos nidos de aviones; admiramos la obra – como siempre – y advertimos el bajo caudal que porta en el momento el río, dejando al descubierto el original cauce con innumerables grandes piedras que a buen seguro servirían en otros tiempos a las lavanderas que afanosas, solearían las coladas tras el paso por las pastillas de jabones de sosa para el blanqueo de sus prendas. También conozco el relato de una paisana, que hablaba del cruce de las milicias en los conflictos recientes que han marcado la historia de nuestro querido país, pero eso si es harina de otro costal; Y hablando de harinas … por el paseo junto a la orilla del río, y tras haber cruzado el puente por uno de sus arcos, junto al señor que con su cicuta amarillo asaba castañas, en el medio bidón agujereado de chapa, calentando los ánimos de los valientes que se acercaban a disfrutar de la tranquilidad que a esta hora ofrece el río, nos acercamos a ver el molino, que con tan bajo nivel nos deja ver todos sus sillares, todos sus canales y que deja al descubierto el importante azud que cruza el río en todo su gran ancho, para alimentar las gargantas que fuertes movían las impresionantes  bien conservadas piedras de moler; hace frío, niebla y debemos continuar, al menos para calentar, aunque creo que hoy nos sorprenderemos si cabe más.

Cruzamos el río, esta vez por encima del puente, dispuesto justo para ello. Nos encontramos en la otra orilla, en otra comunidad, en otra provincia ¡Comienza la conquista! – cacereños, con todo nuestro cariño, sin acritud – ; por la otra orilla vamos, largo rato junto a ella, por la cacereña provincia, disfrutando del paisaje, contemplando desde – lo alto – el gran canal que el paso del tiempo y la cantidad de hm3 se han encargado de tallar. Contemplando desde otro punto de vista las construcciones realizadas por habitantes anteriores, que afanosos aprovechaban las corrientes del gran río para sacar producto de ellas.

Paisajes nuevos, terreno nuevo, tan cerca, desconocido. Al fin llegamos a la desembocadura del Pedroso, que colabora en engrandecer si cabe, aun más el impresionante Tajo.

Gran cañón con hermosas y vertiginosas vistas, grandes riscos, y de nuevo un molino a nuestros pies, ensordecedora corriente bajando por los dificultosos y milenarios canales tallados por las fuertes corrientes … otro día os contaré la historia que los paisanos cuentan del cañón. Nosotros debemos seguir.

En nuestro afán por descubrir, por innovar, exprimiendo a fondo nuestro gen – el gen del Club – el gen de la investigación, y siguiendo por senderos donde apenas cabía la estrecha rueda de nuestras bicicletas, encontramos un precioso y bien conservado puente que sesga el Pedroso y nos facilitará el paso a la nueva conquista.

Fuerte terraplén, casi indomable, pero se rindió a nuestros pies, y nos dejó avanzar para conquistar la desconocida – para nosotros – fortaleza. En la otra orilla del río, casi tocándolo con la mano desde la Toledana provincia, se encuentra el castillo de Castros, llegamos, vimos, vencimos!!!.

Ah del Castillo!!!, los ciclistas a lomos de sus monturas, como D. Alonso Quijano encima de Rocinante, entran por la puerta grande en la antigua morada de antiguos habitantes, defensores de esos muros que deseosos nos reciben tratando de contarnos su larga historia.

Como toda historia que se precie, tiene su principio y su fin … nosotros debemos continuar ¡volveremos! y lo haremos con más compañeros, con ansias de conquistas, con ganas de disfrutar de los bonitos paisajes que desde el punto se pueden observar.

Retomamos nuestra andadura, no hemos llegado a la decena en nuestros cuentas y tenemos para rato. Antes de salir de la finca donde ubicado se encuentra el castillo, tuvimos una fugaz entrevista con el ganadero de los bóvidos que allí pastan, de la corta conversación sacamos en claro, que necesita herramientas y repuestos, para lo cual tenemos gente de sobra cualificada en nuestra formación, haremos lo posible por dar servicio a la persona que al menos no nos regañó. Pero cucha tu, que volveremos, ya verás.

Escuchando atentamente las indicaciones del chintofano, nos integramos en el camino natural del Tajo, discurriendo por tierras conocidas.

Cercados, alambradas, cañadas, senderos, cruces de nuevo sobre el Pedroso, fotos y más fotos, ganados – vacas y caballos – yuba yuba

Bajadas – cuidadín er Viti!!! –, gran rebaño de vacas a la carrera, ¡o cruzamos o cruzan!, cruzamos estrujando a fondo nuestras bielas, y nos adentramos en el sendero que nos llevará a cruzar la carretera ¿la carretera? ¿dónde está la carretera? … gri gri.

Cruzamos como podemos, más bien, por donde podemos, largo y anchuroso camino junto a antiguos y abandonados edificios, y en el cercano horizonte … Villar del Pedroso.

Obligada parada al cruzar la carretera, ansiosas vacas deseosas de sus verdes bocados en el prado, andan con su fiel vaquero en pos de la formación … aprovechamos su lentitud para hacer nuestro break – incluso sobró tiempo – para escuchar las advertencias del cruce del arroyo en la entrada de la población.

Dicho y hecho, proporcional era la cercanía al pueblo con la cantidad de MIERDA que había en el camino, nos apresuramos en pasar las puches y cruzar el arroyo por el agua – seudo-agua – ya quisieran esa oscuridad muchos chocolates en las churrerías.

Al fin el pueblo, ni medio minuto paramos junto a la iglesia, suficiente para un par de fotos y para que Joaqui se limpiara los pies en el seto.

Continuamos con tan solo una paradita, para reparar una tontería. Esta vez el camino está perjudicado, lo han hormigonado casi en su totalidad … aún así avanzamos,  poco a poco nos vamos adentrando en los encinares mediterráneos, y poco a poco los kilómetros van pasando, con algún  que otro percance …

Confluencia – desembocadura – del arroyo Navalgallo en el Pedroso, a toda velocidad pasamos su cauce con tan solo el percance del agua que sube por encima de alguna de nuestras botas. Subimos y nos hallamos en la cañada.

Esta vez La Estrella y sus afines deberán esperar la vuelta de la formación para otra ocasión. El entretenimiento a primera hora de la mañana hace que la vuelta aconseje recortes.

Por la cañada, a buen ritmo, disfrutando de los senderos que en ella se forman, regatos, regueros, barros, encinas, ¡ciervos!, ¡zorros! … mejor verlo. A poco Navalmoralejo – el Cuco Abuelo – tan pronto llegamos, tan pronto pasamos.

Seguimos por los de sobra conocidos senderos, hormigonados, sinuosos, rápidos, a buen ritmo, buenas bajadas, duras subidas, y en el horizonte ya atisbamos Puente.

Pasamos junto a las entradas-salidas que nos conducirían al dolmen de Azután que aun a lomos de nuestras bikes no hemos conquistado … llegará su momento.

Pocos fueron los minutos que a fuerte ritmo nos separaron de la población, que en un abrir y cerrar de ojos alcanzamos.

De nuevo en la orilla N del puente, y antes de su cruce, observamos la increíble subida que ha sufrido el curso del río – por la suelta de agua de la presa de Azután suponemos – y que de nuevo a cubierto lo que esta mañana se dejaba ver.

Llegamos a nuestra meta. Nos cambiamos, colocamos nuestras monturas y de regreso a nuestro querido pueblo, paramos a refrescar nuestros gaznates con unas frescas gordas.

De nuevo, ruta para repetir; puede ser en breve ¡ojo! … que febrero está a la vuelta de la esquina y hay muchos con muchas promesas que cumplir.

Espero por tanto, veros en esta y en muchas más, ¡ánimo!.

Me despido hasta la próxima, no sin recordaros una vez más …

AL ATAQUE!!!

Os dejo el trabajo del Abuelo, que si duda representa con claridad lo que vivimos ... Gracias.
 
https://goo.gl/photos/CnWiKBYXMwFK9pHUA