Acompañados varios de los
integrantes del Club a los que ya no nombro por lo numeroso que supone dicha
tarea, por unos amigos de Talaverilla (engañados por er Viti), salimos buscando
nuevas aventuras; y es que en una ocasión anterior el abuelo, acompañado de algún
que otro lebrel consiguió ver marcas, y como grandes cazadores se dispusieron a
investigar sobre ellas.
Salimos en busca de nuestro
querido vecino Gamonal, y por el sendero que hay junto al puti subimos buscando
la sandiera lindante, lugar donde nos encontramos al amigo Jilary (muchos
recuerdos para él y ¡Ánimo!, pronto estarás con nosotros). Subimos por los
caballos, tranquilamente para no sofocarnos y arropando a nuestro veterano
presi que arde en deseos por contarnos historias que harán sin duda la ruta más
amena.
Tras la confusión y mala señalización
de trochas que nos proporciona el amigo Meji-llon, y ya desde Mejorada buscamos
el camino que nos dirigirá a la trialera que rápida baja y en la que hoy nos
encontramos-cruzamos (¡qué brutos!) a los de Montesclaros subiendo semejante
senda combinada de dureza y técnica. Al llegar al punto más bajo, el pequeño de
los rincones (que hoy nos deleita con su equipación de montaña) trae en la mano
un presente para el abuelo, que tras haber bajado a la vertiginosa velocidad el
sendero había perdido.
Comienza la aventura hacia lo
desconocido, el abuelo delante abriendo sendero como una oveja con cencerra, y
los demás integrantes detrás como pequeños corderos buscando el arrullo y calor
de su madre. Termina esta en un camino ya rodado por vehículos a motor, y
comienza de nuevo si cabe más aventura, pero esta vez ya no sabemos dónde
vamos.
Entre encinas avanzamos y
encontramos unos canes, que se dieron la vuelta buscando huida en el momento
que vieron a los criminales que manejaban las piedras tan bien o mejor que las
bicicletas … y seguimos, contra viento y pronostico, y tras bajar una increíble
cuesta, llegamos al cordel de los arenales de Velada. ¿Dónde vamos? ¿qué
hacemos? ¿qué hora es? ¿pa’dónde tiramos? …
¡a Sotillo! ¿a Sotillo? ¡válgame Dios, la que nos va a caer!
En fin, sin más preámbulo, a
Sotillo; avanzamos por la cañada, donde una vez más los enduro subieron como
motos poniendo al completo el pódium en el que solo cabían ellos tres. Merecido
break el que tomamos a base de frutas, barritas, refrescos … etc. Y comienza la
vuelta, por la cuesta ¡qué cuesta! Subimos hasta Cervera, y por la increíble trialera,
y no todo el tiempo encima de la bici, bajamos hasta Pepino, donde evitando (so
sé porque) la gran magra y volvemos ya camino de Talavera.
Desde Talavera hasta la vecina
Talaverilla, donde nos abandonaban y tres de los integrantes del pelotón, y
para no perder calor, en contra de aire, er Viti nos puso ese trepidante ritmo
que solo el abuelo se atrevió a romper dando caña al superplato que por el
camino de la amargura nos lleva a tantos.
Llegada calurosa al pueblo,
tantos compañeros y amigos disfrutando de la incansable velocipeda montañera.
Tenemos a las puertas un gran reto, y el grupo ¡está que se
sale!
Nos vemos pronto con este gran
nivel mantenido, nos vemos en aventuras tan grandes o incluso más, no sin
recordaros una vez más …
AL ATAQUE!!!
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