El
día anterior – viernes – y la noche
han sido la leche, ha caído agua por garrafas, todos pensábamos que no íbamos a
salir hoy, nada más lejos de la realidad. Nos levantamos, apartamos la cortina
y … ¡esto pinta bien!, os cuento.
En
la alameda – sitio de costumbre –
estábamos nada más y nada menos, que el Abuelo, Benito, Largo-te & I ¡coño!
que allá por la esquina de Po-Cholo aparece Megi, Megi-Jones, bueno, pues uno
más en la cuadrilla, ¡a disfrutar del día!.
Salimos
siguiendo las indicaciones del Abuelo, dice que vayamos a Velada y luego ya
veremos; pues nada, dicho y hecho.
Tomamos
la carreterita que sube a Gamonal, Velada … y por los caminos del monte nos
vamos dirigiendo hacia la zona del pantano de Navalcán.
Bajamos
por los caminos rodeados de encinas, esquivando vacas con importantes
cornamentas, protectoras ellas de los tiernecitos chuletoncitos que corretean
alrededor de ellas. Protegidos del perenne en este mes de febrero aire, supongo
que muchas de las promesas que se habían hecho para este airoso mes se han
visto truncadas por el asunto. Da la impresión de regla de tres – simple –
enero es a cuesta lo que
febrero es a promesas
creo
que las promesas no sabían de fecha, y es que febrero estaba a la vuelta de la
esquina, tanto era así, que sin darnos cuenta y luchando siempre contra-viento
(y marea) hemos pasado el mes más conto del año.
Continuamos
hasta la puerta que corta la antigua senda que seguíamos – la del infierno según
Pakito – , punto justo de aguas menores y comentarios de seguimiento-ruta.
Entre
las rodadas que los vehículos a motor que lo blando del tiempo nos ha dejado,
vamos haciendo equilibrios, el Abuelo también – como avanza el colega – hasta que llegamos al punto en el que nos
solemos desviar al Dehesón del Encinar, para tomar el camino semi-asfaltado,
que directos nos llevará hasta la Corchuela.
La
preconcebida idea de que la pequeña población está a tiro de piedra, a más de
uno creo que pasará factura. El semi-asfalto poco acondicionado, hace aumentar
progresivamente la velocidad, Largo-te se pone en cabeza y en el momento
justo que le pedimos paso para intentar
dar relevo al asunto y quitarle un poquito de sufrimiento de aire, la velocidad
pasa de subir – como he dicho – de forma
progresiva a forma ¡exponencial!. Empieza a estrujar las bielas – por hacer un poco de cardio, dice, no sé
donde cojones ha oído el esto – el caso es que justos por pecadores, con la
cabeza metida bajo el manillar, hacemos lo posible por no descolgarnos, sin ver
el paisaje, ni la flora, ni la fauna – que
le Abuelo vio ciervos, yo ni de coña – con la boca cerrada – que entran moscas – ¿moscas? ¡barro por
hablar! se parece al super-agente 086, voy el primero, viejo truco de pasar por
encima de los charcos y poner a los que vienen detrás hasta las orejas de
barro.
Llegamos
– en breve – a la ermita de la
Corchuela sin aliento ni tan siquiera para rezar un pequeño responso, ya se había
encargado el – el Largo-te – de que
los santos bajaran antes – en procesión
– invocados por nuestras plegarias, de que semejante tormento acabara lo antes
posible – es coña – y …
como
todo tiene su principio, también tiene su final y su parte positiva, allá en el
pequeño pueblo, sentados en los tallados graníticos bancos en las casa-puertas; disfrutamos del break tan
merecido y traído desde tan lejos para tan buena ocasión.
Vamos a investigar nuevos caminos, y es que más allá … ya estamos liaos … sale un camino con una señalización de flecha que pone “cañada” ¡a por ella! ¿verdad Jones?, a mi todo esto me suena, y como andamos ya cerca de mis orígenes, ¿pegas yo? ¡juas!
Anduvimos
por ella, por el nuevo terreno – para algunos
– vamos dejando las encinas a nuestra derecha, poco a poco la misma cañada
sirve como lindero entre esta tierra de monte, y las grandes despejadas tierras
de labor a nuestra izquierda. Después de dejar a los ciclistas – que no conocimos – de lado, ya vamos
viendo en el cercano horizonte las antenas del cerro judío, llegamos al punto
que casi nos corta la respiración, un impresionante arroyo que a buen seguro
debemos tirar de flotador para pasar, un cortado en medio de la cañada repleto
de agua, excepto por un punto que gracias a los santos antes nombrados
alcanzamos a ver.
Pasamos,
y seguimos disfrutando, de una buena marcha, de un buen tiempo – aunque aire de sobra – para pasar ya por
explotaciones de mi pueblo, ganados, maquinarias, aromas a porcino ummmm jugosa
crema para nuestros sentidos que sin duda impregnadas dejaran nuestras
pituitarias.
Cruzamos
la carretera de las Ventas de San Julián – que
no llega el autobús, o al menos eso dijo el otro día tele-puchero – en el
punto de El Ejido, o como dicen en mi pueblo – el legio – para por el camino del monte y tras pasar la A-5 y la vía
del tren, dejarnos entrar por el polígono en la Zarzuela – que olía a cochinillo – o – cosssssinillo
como decía el jefe de Yiyi ¡qué locura! – para en breve estar ya en la
maravillosa villa – cuna y museo del bordado
– ¡doy fe!.
Como
es mío hago lo que quiero – con mi pelo
– digo vamos por donde yo quiero, es la parte baja que junto a los huertos con
sus lavaderos y pozos de riego nos conducirán al camino que asfaltado – aunque camino – nos llevará directos al pueblo
que hay antes de Alcañizo – es que no me
acuerdo de cómo se llama, se me ha ido de la perola ¡tantas emociones! –
Lo
cruzamos por la ronda, en la parte alta, y bajamos por la trochita que se ha
inventado Largo-te en otra ocasión, haciéndonos disfrutar de senderito y algún que
otro salto, entrando en el camino que con buen firme y también a constante
ritmo nos llevará a Alcañizo.
En
Alcañizo llamamos a la grúas-Waldo … – gri gri – a partir de este momento, a
correr y a volar, el sol iba alcanzando su parte más alta y el viento no dejaba
de azotar; sube-bajas de la vía, a ritmo súper-cardiaco, y por los rectos
llanos hasta Calera con velocidades en ocasiones cercanas a la media de edad
del grupo, llegamos a la vecina población en un abrir y cerrar de ojos.
Poco
a poco por San Polo cruzamos la urbe para encaminar nuestro rumbo en busca de
nuestro querido pueblo, parando a ver las yinitas del Abuelo, y terminando la
ruta reponiendo los líquidos perdidos refrescando nuestros gaznates con unas
frescas gordas.
Ruta
para rodadores, se os echa de menos compañeros, supongo que repetiremos, pero
no dejéis de perderos más y mejores, o al menos esta.
Me
despido como siempre, no sin recordaros una vez más …
AL
ATAQUE!!!
OROPESA!!! Se llama OROPESA!!!
ResponderEliminarBuenas fotos y buena crónica, como dice el editor, el abuelo cada vez mejor ve cosas que los demás no vemos. La ruta llana, pero ya nos encargamos de meter algunos apretones, caminos conocidos y caminos nuevos, bien de agua y barro, otra buena mañana de btt y desconexión de la rutina laboral. 68km y como siempre unas gordas y un ratito de conversación ¡¡que bueno!! Cerca esta la próxima, yo no tengo intención de perdérmela ¿y vosotros? Venga!! que llega el buen tiempo y pronto empezaremos a repetir rutas de las que hemos estado investigando y otras que están por investigar. Un saludo y ¡¡VAMOS MÁQUINAS!!
Una pena no poder no poder asistir, alguna fuerza interestelar o algo parecido incidió sobre mi campo de fuerza y nada, que no me levanté. Bonita ruta y buen terreno, en fin , el sábado nos vemos........
ResponderEliminarUna pena no poder no poder asistir, alguna fuerza interestelar o algo parecido incidió sobre mi campo de fuerza y nada, que no me levanté. Bonita ruta y buen terreno, en fin , el sábado nos vemos........
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarOtra más a comentar sin ir, lástima pero mi gran pasión está primero.
ResponderEliminarBuena ruta, de las de hacer para coger fondo y ritmo pero......no pudo ser.
La siguiente tampoco será de nuevo me reclaman los grandes embalses.
Así que chicos en cuanto pueda de vuelta estaré.
Nos vemos en la ruta. No olvidéis vitaminaros y supermineralizaros.