El
– guasa – estaba muuuuuuy parado, tan solo tres mantenían una conversación ciclo-coherente;
bastó con aproximarse, a tan solo unas pocas horas antes, para tener ya alguna
que otra confirmación; el resto, para bien o para mal, permanecía mudo.
En
la alameda pues, tempranito, como mandan nuestros mayores – con la fresca –
aunque no tanto como Joaqui, estábamos, Largo-te, ¡el mayor de los Rincones!,
guau, Torres – recién salido de los muelles – er Viti – amamantado – Meji-Jones,
and I.
Salimos
pues, por la parte S del pueblo y por el cordel cogemos enseguida la culona, - últimamente
va la cosa de culona, y en breve tendremos la nocturna, con lo cual, más – en fin,
los caminos están para disfrutarlos.
Vamos
al punto negativo del día, y es que si queremos explorar, investigar, debemos
acortar. Bajamos del arco a la carretera, cruzamos el Tajo, aquí en la parte
más baja y coronamos para dejarnos caer en el mortirolo. En vez de coger el
camino del regulage a orillas del Gévalo, decidimos ir un poco más allá,
investigando un nuevo camino que igual, nos llevará a Belvis, acompañados, en
sus primeras rampas por dos nuevos disfrutantes – con otra idea de camino – y que
no se escaparán sin la lección aprendida sobre la historia neolítica.
Llegamos
a las cercanías de Belvis, donde el camino confluye con la pista de subida del
Gévalo, con el camino que viene de Aldeanueva pasando por el Tamujar, y dirigiéndonos,
esta vez por la parte S, hasta Alcaudete.
Anchuroso
camino – cordel – con pequeñas rampas, algo de sube baja, y mantenido tan solo
por el ganado que por el transita, en breve llegamos al punto, donde los
mecanizados arados y el fuerte peralte han hecho desaparecer hasta un pequeño
sendero – que es lo que necesitamos ¡nada más! – para poder seguir nuestra
marcha sobre nuestras burras. No hay problema, de una forma u otra
encontraremos salida a este pequeño percance.
Siguen
los sube bajas, rápidos senderos, y fuerte bajada junto a Cambalache que entre
quard y caballos nos llevará hasta Alcaudete. Pero el break no se hace aquí.
Continuamos,
cruzamos la tambaleante pasarela que de nuevo cruza el Gévalo, para coger un
pequeño camino, que arriba arriba, y siguiendo las indicaciones de un parcelero
muy amable, que nos ofrece su apetitosa alberca para refrescar nuestros bodys,
llegamos al punto meta de investigación del día, no sin que antes Jones llene
de polvo el camino como un rebaño de 500 ovejas.
Entre
senderos, rodeados de por las sombras de una alameda y con el aroma del frescor
de un río cercano, avanzamos, por un lado centenarios árboles, por otro
cortados de más de 50 metros de altura, eso sí, escalados ya por otros que
antes aquí estuvieron, llegamos a la construcción semi-derruida y acosada por vándalos,
que tiene la forma de lo que veníamos buscando – un molino –, a orillas del
Gévalo, pero ¿quién iba a imaginar que esto estaba aquí?. El paisaje, es
semejante a las ya conocidas gargantas de los vecinos pueblos de la sierra de
Gredos; agua corriente en pequeñas charcas, cristalina, de hecho, y para no dar
más vueltas … hubo chapuzón. Y es que ¿quién dijo que no nos atreveríamos con
un duatlón? … mejor ver.
Disfrutamos
de las vistas, disfrutamos de la naturaleza, disfrutamos del momento, nos
bañamos, curamos nuestras heridas … y continuamos.
Llegamos
de nuevo a Alcaudete, con nuestras burras, cargamos nuestros bidones de agua y
continuamos la marcha, que aún queda.
La
temperatura ya estaba en los 40, las chicharras nos cantaban al paso, pero
desde la sombra, y con cantimplora para refrescarse. Duras subidas, descansadas
bajadas, y no en muy breve – que largo – El Membrillo. Pequeña parara para
juntarnos, agua, avispas y continuamos.
Viendo
el esfuerzo, el nivel de nuestras flojas piernas, las duras temperaturas,
decidimos acortar – más bien rebajar dureza – por la bajada al arroyo de los
Frailes – cerca de las Herencias – y por los llanos de las graveras intentar
alcanzar lo antes posible el nuevo puente que sin llegar a Talavera, nos hará
aproximar ya a la meta definitiva.
El
revoltijo que han hecho junto a la carretera, ha hecho aflorar a la superficie
cientos de enemigos – de nuestras ruedas – que harán tropezada y muy pausada la
llegada al pueblo. Cambios de cámara, hinchado de ruedas, sin fuerzas y a altas
temperaturas, hace que nuestra llegada ande cercana a las 14:00 horas.
Cierto
es, que la entrada como siempre triunfal en el pueblo, nos llevó directos a
refrescar nuestras sedientas gargantas a base de gorda sobre gorda.
Ruta
repetible, y aconsejable; ¿en otro tiempo?, pues si para que no haga tanto
calor, o pues no para que nos podamos bañar. En fin, el criterio tan variable
como opiniones de los que el día que queramos volverla a hacer salgamos.
Se
acerca la nocturna que año a año venimos repitiendo con los que deseen
acompañarnos.
Espero
veros pronto en esta y muchas más, no sin recordaros una vez más …
AL
ATAQUE!!!
Hola chavales... que cerquita teniamos "El molino Riscal" y no lo habíamos visitado aun. Que buen rato echamos allí y que chapuzon se pegaron algunos y despues dectanto descanso y el chapuzon que larga se nos hizo la vuelta y que calurosa, llegamos como los melones ""asolanaos"" ufff que calor, habrá que volver a mostraros el nuevo descubrimiento. Ya llega la nocturna y habrá que organizarlo un poquito mejor que el año pasado asique prepararos, listos, y al lio. Un saludo y ¡¡VAMOS MÁQUINAS!!
ResponderEliminarBuena cronica y buena ruta
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