Tiradas de prosa en guasap en días anteriores daban las directrices a
seguir para poder salir o más bien, para completar la afluencia a la ruta que
teníamos prevista para este sábado. parece que salir a investigar y conocer
nuevos terrenos anima al personal, pues nada dicho y hecho, ahora os lo
detallo, veréis.
Aunque
la noche anterior estiró al máximo incluso llegando al cambio de día, me
dedique a preparar el vehículo de transporte y la bici que aún estaba con las
cascarrias de la salida anterior, necesitaba goma y engrase.
El
sábado amanece temprano, incluso antes de la hora fijada ya hay tareas por
hacer … aún así, puntual a la cita. Todos los convocados en el sitio fijado, es
decir, en la Alameda – como siempre –.
Estaban, nada más y nada menos que, Cuerpo ¡con cámara!, Benito, el Abuelo,
Largo-te – con el chintófano cargado de
maravillas por ver – Texinas, Joaquinon, Tadeo, Charlie – tuneado – & I. También están
preparadas las DKV’S que nos van a
trasladar hasta el punto start.
Salimos
por tanto motorizados hasta el punto – start
– allá en Membrillo. Llegamos, bajamos las bikes, preparativos de última hora,
y ¡adelante!
Por
el camino que nos enseñaron los Herencian@s,
vamos hasta Alcaudete, lo recorremos en un pis pas, al principio el terreno
pica en contra y nos permite calentar un poquito las piernas, pero en breve
enfilamos una atractiva bajada que nos llevará directos al pueblo, sin
esfuerzo, casi sin darnos cuenta, disfrutando de la velocidad, de la vista, de
las instalaciones antiguas abandonadas, que en otros tiempos regaron estas
tierras para obtener del campo toneladas del fruto previamente sembrado.
Entramos
en Alcaudete a orillas del Gévalo, para cruzarlo por el puentecito colocado tan
solo para ciclistas y peatones. En el pueblo nos surge una pequeña avería, nada
que no se pueda solucionar, aunque no sea solución cómoda, pero si para salir
del paso y poder completar el tour que tenemos pensado.
Cuerpo
cámara en mano, - en breve lo veréis
- , y veréis que bien nos lo pasamos, saliendo de Alcaudete, hablando,
tranquilos, para ver en el sureño horizonte, como se eleva el terreno, con unas
siluetas blancas que desde lo lejos nos dicen, que el semblante de nuestras
caras en breve va a cambiar, aun así nada preocupante, nuestras piernas
pletóricas de la energía adquirida en el desayuno a base de huevos fritos con
chorizo y panceta, no temblaran.
Poco
hubo que recorrer para comprobar lo cierto de la afirmación; a ritmo fijo y
aguantando respiración y pulsaciones, cada uno a su tran tran, cada uno con sus
pensamientos y cada uno transmitiendo a las monturas la cadencia que nos
permiten, alcanzamos la cota alta, para comprobar la extensión de la raña que
se abre a nuestros pies.
El
camino sigue picoteando hacia arriba, y en breve alcanzamos la casa de campo
que da sombra y cobijo a un grupo de criminales que ha venido este fin de
semana a divertirse con los prismáticos oscuros asusta y mata fauna,
advirtiendo tan solo de su presencia con un vergonzoso cartel … uff. Seguimos –
que me caliento –
Poco
a poco se va elevando de nuevo el terreno, el olor a jara nos indica de nuevo
la zona en la que estamos, además de serpentear por un sinuoso y poco
transitado camino, hasta que llegamos al cruce de rutas donde nos tenemos que
desviar. La subida hasta ahora ha sido llevadera, el aire nos ha ayudado, empujando
un poquito a nuestras bikes, ya veremos a partir de ahora en que se transforma
esto.
Bajamos
fuertes, disfrutando del paisaje que la cuesta – de la lata – nos permite hasta que llegamos al punto bajo en el
muro de la presa del Gévalo, donde se nos antoja parada para hacer break y
reponer fuerzas.
Fotos,
comentarios, disfrutamos del paisaje, de la tranquilidad del embalse a nuestra derecha,
del sonido del agua al caer por encima del rebosadero a nuestra izquierda …
¡hay que continuar!
Tras
subir un pequeño repecho dejando atrás la orilla E del tranquilo embalse, llegamos al tranquilo pueblo de la
Fresneda, entre aromas a cocido de fin de semana – como el que se come el Abuelo los Saturday’s –, atravesamos el
pueblo por sus enrevesadas calles Toledanas, estrechas y empinadas, para llegar
a las afueras y afrontar el duro hito – hormigonado,
ya sabéis lo que significa – de la jornada, que a ritmo tiento nos subirá
en tan solo 1 km con más que elevado porcentaje, hasta el camino en la raña
Victoria que une Espinoso del Rey con Talavera, punto donde nos encontramos de
frente con otra formación – menos
numerosa que la nuestra – y con la que cambiamos impresiones; que si la
cuesta de la lata – o la gata, o la rata
o … – que si conocéis a Florencio, o a Sinfolinosio, ¡qué hostias vamos a
conocer!, anda marcha que nos estas liando.
Aunque
lejos queda Talavera, cambiamos de dirección poniéndonos esta vez en contra de
aire ¿alguien decía que no hacía aire?, joder con Febrero ventoso, parece que
se ha tragado una olla entera de legumbres …
Caminos
rectos, anchos, rápidos, aunque en contra de aire, caminos ideales para subir
pulsaciones, más aun llevando a Largo-te delante que tensa la cuerda dejándola
estirar pero no terminar de partir.
Tensando,
tensando llegamos en breve a la carretera de Alcaudete – Los Navalmorales,
punto de unión, eso sí, al rego-viento de una coscoja protectora.
Todos
juntos de nuevo, partiendo hacia nuestro destino final – del día – . El camino, sigue teniendo la misma pinta que el
anterior, seguimos entre olivos, tierras – coloras
– , cambios de dirección, siempre en contra del viento, de nuevo tensando
nuestras piernas, subiendo las pulsaciones y estrujando si cabe más y más
nuestras bielas para aumentar progresivamente la velocidad. Sube – bajas,
solitarias casas de labor en grandes fincas, fincas de labor, de riego, de
grandes producciones aceituneras, para a buen ritmo llegar al cruce de caminos
que nos bajará hasta el punto start –
stop.
Hacemos
parada antes de llegar al punto final, siguiendo las indicaciones del Abuelo,
que quiere una postal del curioso vértice geodésico, con terraza incorporada
para el álbum de la jornada.
Subimos
a la terraza solo algunos escaladores experimentados, el viento allá arriba, si
cabe era más fuerte aún, en lontananza pero casi para tocar con la punta de los
dedos, la silueta de Gredos. Igual que subimos, bajamos, para montar sobre
nuestras bike’s que están deseando llegar al pueblo, y es que, la magra que nos
queda, siempre la hemos cogido al revés y deseosos estamos de hacer el sentido
contrario, con el que en esta ocasión y como puntilla final de ruta nos vamos a
deleitar.
Como
escopetas bajamos, alcanzando velocidades por encima de la sixty cifra, para serpenteando por una veredita y buscando la parte
alta junto al depósito del agua canalizada para el pueblo, en la tapia del cole
llegar de nuevo a las furgos que esperando están.
Maravillosa
ruta, cambio de aires y nada más y nada menos que 9 cabalgadores. Esto va
tomando otra perspectiva, otro color.
En
breve más … hasta entonces y no dejando de animar a los que faltan; me despido,
no sin recordaros una vez más …
AL
ATAQUE!!!
A propósito, os dije que Cuerpo había salido
cámara en mano, qué mejor forma de ver y disfrutar de lo que allí vivimos que
la que nos deja nuestro querido compañero con su trabajo. Gracias, una vez más
por dejar constancia de las rutas con tu dedicación.
También tenemos las fotos del Abuelo, que
desafiando a la gravedad en muchas ocasiones, se arriesga a inmortalizar con
las bonitas instantáneas lo momentos vividos. Gracias Abuelito.
https://goo.gl/photos/T7PBYXujwcyxiDPB6