Busca que te rebusca en internet, y tanto
buscar, enlazar, vueltas por acá, vueltas por allá … ¿qué pasa?, pues que de
una forma u otra, terminamos tropezando con nuevas opiniones, nuevas fotos,
nuevas gentes, lo que viene a conducir a ¡nuevas rutas!, a fin de cuentas, es
lo que a nosotros nos interesa. Una vez visto esto, lo cargamos en nuestro
apreciado chintofano y ya le dejamos que cante; cantando y pitando, sale esto,
ya veréis …
De
nuevo y esta vez para mi, amanece muy temprano, cuando Benito estaba echando la
segunda tralla, escribió un – guasa –
ya andaba yo danzando para poder contestarle, pues tenía que preparar la DKV
para llevarnos a nuestro punto de salida y retorno, San Román de los Montes.
A
la alameda – sitio de costumbre
– llegó el Abuelo, que dice que no tiene muchas ganas de salir porque le duele
un gemelo, mientras llega Largo-te – que
fue el segundo de los participantes – ya voy yo – con mi poder de convicción – envolviendo al Abuelo, con prosa – que no me falta – y mucha mucha
verborrea, total, que cuando se dio cuenta, ya le había echado la bici a la
DKV, solo faltaba pasar por Talavera la chica a buscar a er Viti, ¿er Viti?,
¡si! ha dicho que sale, y este si lo dice ¡sale!.
Una
vez todos arriba, nos dirigimos a nuestro punto de salida – el camino no os lo cuento – bajamos
nosotros y a nuestras bike’s, nos atusamos
y ¡en marcha!.
Uff
¡qué confusión! si yo pensaba que íbamos a las antenas … respiros profundos y
alabanzas al cielo dando gracias por esta marcha atrás … es igual, lo que haya
que hacer ¡pues se hace!
Nos
dirigimos pues, por la ermita de S. Román hacia reguerones, y en el punto bajo,
donde solemos ir hacia Cazalegas, desviamos nuestros manillares buscando una
nueva dirección, una nuevas pista ancha, fácil, que según el Abuelo, con esta y
otra ya será dos las veces que hemos venido por estos parajes.
Después
de ver y controlar granjas de posibles clientes, llegamos a una pista ciclista
hormigonada y bajo un puente por el que transita una comarcal, entramos en
rampa en Castillo de Bayuela, con su bonito y bien conservado rollo
jurisdiccional, ubicado en la plaza del Ayuntamiento, es denominado – el rey de
los rollos de la provincia de Toledo – , sintiéndolo mucho, tenemos que dejarlo
atrás, y salir del pueblo por su zona sur, entre callejuelas, con grandes
casas, como grandes son los sillares escalinatas de entrada y las jambas que
sujetan los grandes portones de entrada de ganados en otras épocas … en la
periferia, y siguiendo como siempre las órdenes del chintófano, nos encaminamos
a una vereda, que a priori tiene buena pinta.
Ya
metidos en faena, sendereando, esquivando piedras y a buen ritmo gracias a la
pendiente que en este caso nos ayuda, llegamos a un paraje ¡increible!; no
saluda un puente de un arco de medio punto – puente de los molinos – sobre el arroyo Saucedoso, donde una
ruidosa cascada ambienta la paz del entorno, es mejor ver.



Entramos
en el pueblo por una fuerte pendiente hormigonada desde el depósito del agua, y
por una calle lateral casi sin darnos cuenta salimos, para por una anchurosa
pista con pendiente en contra nuestra llegar a la periferia del siguiente hito,
y que servirá de punto-retorno, además de punto break, mucho más importante si
cabe.



¡En
marcha!, bajamos rápido por caminos transitado por ganados, ganados vacunos, lo
que corría por allí no sabemos si sería agua, el aroma desprendido cantaba ¡a
mierda!, pero de la buena … ¡mal por culo! – dijo el Abuelo – que viene a significar – tira pa adelante pero ¡espabilando! – y eso hicimos, para llegar a
un hormigonado que a fuerte ritmo y rozando – de nuevo – cunetas nos llevará casi sin darnos cuenta a un bajo
punto, que en breve se convertirá en … uff ¡vaya tostaaaa!
Comenzamos
la subida, ¡gracias al cambio! – decía el
Abuelo – las bike’s, tensan los cables de cambio, aumenta la cadencia en proporción
al porcentaje, incluso el graciosillo de la Z-15 subió a rueda – por no dar un calentón a la citraca – un
par de curvas en herradura para salvar varios metros en curva de nivel, y ¡El
Real de San Vicente!
Calles
angostas y totalmente desniveladas nos esperaban en este bonito pueblo ya en la
falda alta de la sierra de San Vicente. Real, de campamento militar, antiguo,
de épocas romanas, nos abría sus puertas con el día totalmente encapotado,
algunas gotas nos adelantaban lo que podía avecinarse. Los tambores indios con
flash que sonaban bajar de la sierra, nos comunicaban que la cosa estaba muy
cerquita, no obstante, fieles a nuestros principios, ¡aquí nadie se rinde hasta
el final!
Por
una difícil bajada, de las de ¡pié a tierra! transitamos, para desembocar en
una nueva vereda que, con pendiente a nuestro favor nos llevó a través de
pedregales, hiervas y encinares hasta un camino ya conocido.
Entrando
por la trasera de nuevo de Castillo de Bayuela, donde pastoreaban a dos chistos para su engorde y sacrificio,
allá para San Martín, entramos en el pueblo. Justo al entrar, y casi sin otro
aviso distinto a los que ya traíamos, descargó sobre nosotros una nube … pero
¡a calderos! o ¡garrafas!, yo no sé lo que allí caía, no me entretuve en mirar
al cielo, nuestras embarradas bike’s limpias quedaron, como si hubieran pasado
por un túnel de lavado, tanto corría el agua a través de nuestros cuerpos, que
nuestras zapatillas a forma de marmita llenas quedaron, los discos del freno
chillaban como si miedo de algo les diera … pero igual que vino, se fue; y
nosotros continuamos – más bien, no
paramos –
Anduvimos
por unos canturriales que terminaron
con la gotita de fuerzas que nos quedaban, desembocando ellos en la subida
jurásica – bajada – que después de
pasar lo pasado, parecía una autopista. Cuatro pedaladas más, dos sube-bajas – justos de fuerzas – y, San Román … de
los Montes ¡damos fe!
Una
vez más, bicis a la furgo, cambio de piel – como
las culebras – y a casa ¡es buena hora!
Compañer@s,
¡pedazo ruta nos marcamos!, no pasará el mes de julio sin haberla repetido,
estáis invitados.
Guadalupe
¡a la vuelta de la esquina! ¡ánimo!
Me
despido de esta, no sin recordaros una vez más …
AL
ATAQUE!!!
Os dejo
unos vídeos de la ruta: