La cosa sigue bastante fría, tanto es así,
que el fin de semana anterior, tan solo salimos tres valientes, los altos
Texinas, Largo-te y … bueno yo. Estuvimos por la zona de la cañada Real Leonesa
Occidental, por tierras parrillanas, visitando su Virgen incluso entrando
dentro de la pequeña ermita. Pasamos por la pequeña aldea Arango y estuvimos
por tierras Montesclaras, atravesando en varias ocasiones el Guadyervas y
disfrutando de todo su entorno … pero en este nuevo fin de semana, saltamos a
otras tierras, saltamos incluso a otra cañada … veréis.


Estábamos
temprano en la alameda – sitio de costumbre – con mochilas al hombro, sábanas
protectoras y ¡bicis a la furgo!. El día amanece despejado, increíble, pese a
quien le pese, aun convenciendo a los escépticos que en la cama empollaban
pensando en lo locos que estábamos al enfrentarnos contra todo pronostico a lo
que los meteorólogos habían anunciado para este fin de semana. Las plazas de la
DKV completas, los tres primeros de la casa de Joaqui, el gran Joaquinón,
Tadeo, y Largo-te, además venía Texinas, el Abuelo y un servidor.
Salimos
buscando nuestro punto de inicio ¡La Puebla de Montalbán! – me ahorro el dicho,
creo que os lo sabéis todos – y en poco más de ½ hora, estamos ya sobre
nuestras bicis dando los pedales de inicio de ruta, allá donde la gran torre
solitaria, como hito de salida/llegada, permanecerá en todo momento, impasible,
y vista desde cualquier horizonte no muy lejano.


Por
pequeñas cercas repletas de olivares, y a poquitos km’s, llegamos la carreterita
de Polan y paralelos a la esta vez Toledana, comenzamos la corta pero cariñosa
subida al increíble entorno de las Barrancas.
Lo
dicho, increíble entorno, no es para contarlo, ni tan siquiera para verlo en
fotos o videos, es para ir, es para ir y disfrutarlo, justo lo que hacemos
nosotros; en silencio no como los ruidosos y apestosos quard que pasaron
estropeando la paz del momento, y dejando como no, las huellas de su pasada.
En
el horizonte allá al oeste, en lo que se supone ver nuestra tierra, los
nublados amenazan lo que casi sabemos en breve llegará; por tanto un par de
fotos – o diecisiete – y seguimos adelante que no podemos entretenernos mucho.

En
este preciso instante, bajamos hasta el famoso puente – por suerte sustituido –
antiguo sobre el río Tajo, donde disfrutaremos de nuevo del paraje, de un
poquito de historia, y de la nueva cañada que estrenamos bajo nuestras ruedas –
La Cañada Segoviana –
Tras
cruzar el puente de nuevo nos encontramos con los cabalgadores de las 4 ruedas
haciendo bocadillo – se ve que se han cansado, me parto – y comenzamos junto a
un antiguo cortijo con ermita incluida, con su pequeño campanario a especie de
pequeña espadaña, eso sí, sin campana, habitado por grandes perros y europeos
de allá de los del E – prefiero … – a subir una larga pero relajada cuesta, con
un bajo porcentaje, con un terreno perfecto, pisado, ligero – se dejaba – para en
la parte alta, cubrirse de sombra por la poblada zona de encinas, impregnar el
ambiente con destacable olor a jara, e incluso dejar zonas de recreo a la vista
a la orilla de un pequeño arroyo, con cuidada barandilla incorporada.
Un
par de sube-bajas y oh … pequeña confusión, bajamos fuerte a lo que a priori parecía
la senda a seguir … el chintofano emite su característico zumbido avisando el
error, nada que no se pueda solucionar con una media vuelta … o al menos eso
parece, porque cuando la pendiente comienza, eso, pues a ser pendiente, los
cambios empiezan a chasquear y las cadenas a retorcer sus eslabones tratando de
buscar mejor posición y hacer más fácil el salto del nuevo obstáculo … todo
esto es teoría, en la práctica es que la bici del Abuelo hizo catachaf …
Sin
pensarlo, como todo lo que se hace en este grupo, ¡manos a la obra!
-
Compresor de aire
-
¡Encendido!
-
Esparrame de herramientas
-
¡Esparramado!
-
Trapos, hierros, alpargatas
-
¡Todos helos aquí!
Al
final, KH7 para limpiar y apaño hecho.
Seguimos
la ruta, con una buena magra, con los zapatos a tope de barro, nada que no se
pueda solucionar al más puro estilo Texinas digo, berraquíl, frotando sus
pezuñas en una esparraguera, es lo que hay en el campo … y por la segoviana
seguimos.
Vamos
cogiendo lentamente nivel, dejando a nuestra izquierda el curso de un arroyo
que de vez en cuando va dejando remansos de agua, charcos que cruzamos, y cuando
lo que parece que tenemos de frente no tiene salida … giro a la derecha y
comienza la ascensión.

Impresionante
la vista, impresionante llanura Toledana, impresionantes vestigios de un pasado
lejano y que gracias a la aportación de los contribuyentes, las
administraciones han puesto de nuevo en valor. Ir, ver, contemplar, de nuevo,
no sirve con describir, no obstante, repetiremos, y será ¡en breve!, ya que las
circunstancias mecánicas tocaron a retirada, y como valientes con la moral por
los suelos tuvimos que admitir la situación y retirarnos …
Agradezco
desde aquí al que siempre se remanga, incluso sabiendo que sus manos van a
terminar como las de un piconero ¡siempre! … gracias, compañero Largo-te, al
resto también, al menos por la paciencia.
La
ruta no está terminada, motivo más que suficiente para volver, no pasará el
quinto mes del año sin que hayamos vuelto por estos lugares … garantizado.
Hasta
la vuelta, seguiremos disfrutando de esta y muchas más, no sin recordaros una
vez más …
AL
ATAQUE!!!