De nuevo tenemos una invitación de nuestros amigos de Navahermosa y aledaños, ¡con cartel incluido!, esto pinta bien, vamos a sondear el terreno e intentar una buena representación de nuestro querido Club por tierras anchureñas, -guasap- en marcha … Gri, gri; pues alguien ha de ir … veremos a ver.

Mientras
escuchamos los 40, llegan como centellas 3 coches procedentes del pequeño
carreterín, con los dientes por fuera dispuestos a comerse la ruta además del
asadillo de Carmelo, ¡miedo me dá!

Al
fin, Los Alares, aparcamiento de costumbre – junto a Carmelo’s Pub –,
presentaciones, la mayoría de las caras son conocidas, me preocupa el asunto –
hola Gus, hola César - Jesús, Antonio y Felipe – , otras nuevas – Yo Gus, yo
César - Julián y Ferrer –; preparativos de última hora y ¡adelante!


De
nuevo bajamos, hacemos fotos, senderos preciosos, senderos de infarto, piedras,
y pizarras, el pelotón se estira y los chintófanos locos no dejan de transmitir
datos, los kilómetros a medio gas van cayendo. Y a poco tras una larga y ancha
pista – de las que aquí pocas – una urbe, que no llegamos a pisar, ya que en el
establo con aroma a macho cabrío hemos de desviar nuestras bike’s para …
¡seguir subiendo!, es lo que hay.
El
paisaje se antoja si cabe más bonito aun – que en veces anteriores – las
lluvias caídas durante toda la primavera han dejado el campo totalmente verde y
con agradables olores de diversas plantas aromáticas en plena expansión.
Entre
tanto y por una bajada repleta de cortantes pizarras llegamos a El Enjambre, y
a la entrada del pueblo hacemos un breve break para lo que ya sabemos todos …
subida al Castillazo , y si no al Castillazo, al menos si a su plataforma –
bifurca-caminos –
Salimos
del pueblo por las pequeñas escuelas rurales, Antonio y Felipe toman la
delantera a buen ritmo, de cerca les siguen Largo-te y Ferrer, cerrando el pelotón
a tiro de piedra vamos Jesus & I.


Hacemos
un corto break, cogiendo agua de la pequeña y habitual fuente junto a la iglesia;
entramos en el pequeño y coqueto templo y nos culturizamos con las leyendas en
pancarta colocadas para explicación de los foráneos.
Abreviando
señores – dice Jesús – que todavía tenemos que subir a la Quesera – de nuevo
por encima de los 1000 mt. – y también quedan pendientes los rompe-piernas.
Lo
dicho, poco a poco vamos ascendiendo, salvando incluso la portada – cadena –
que allí sigue perenne, para en breve adentrarnos en la zona de los pinos, y
desde aquí a la torreta donde comenzará nuestro descenso, no sin que antes
Jesús nos advierta de la obligación de colocarnos los cinturones de seguridad …
si estos lo dicen ¿qué nos esperará?, poco tiempo fue el necesario para
averiguarlo …
Fuertes
bajadas – no conocidas – estos nos rompen la cintura, el chintofano pita, silba,
se agobia, se acojona, ¡esto no es una bajada! ¡es un cortafuegos!, las
pastillas del freno silbando y apestando a calentito, a poco – no me extraña –
punto bajo, diversos sube-bajas, de nuevo regatos, de nuevo cambios de dirección,
y … los rompepiernas.
Parecía
ir todo bien, pero tuvimos una pequeña avería, que cojonuda nos vino a algunos
para relajar las patas – al menos a mi – no obstante, en el cercano sureño
horizonte, parece atisbase un hilito de humo, que parece salir de la chimenea
de Carmelo y que a voces nos anda llamando …

¿Qué
se puede comentar de esta ruta?, lo suyo es venir y vivirla.
¿Qué
se puede comentar del acompañamiento?, ¡maravilloso! Compañeros, encantados de
volver a pedalear junto a vosotros, orgullosos de hacerlo, y eufóricos al fin
de ruta. Solo queda decir, respecto a este tema … acordaros de nosotros cuando
la repitáis, no somos tan sabios como el diecisieteavo Jesús, que la debe haber
visto en todas sus estaciones, boca arriba y boca abajo, como los grandes
Antonio y Felipe con esos gemelos tipo Kebab, como el luchador y constante
Ferrer, como el detallista Julián y sus preciosas fotos de paisajes y flores …
¡qué decir de mi compañero Largo-te! … no hay palabras.
Sin
palabras me quedo, pero aun os debo contar, que nos dimos una duchita en la
pequeña fuente con termo eléctrico, y que como no, pasamos a degustar el famoso
asadillo de Carmelo, que junto a unas fuentes de ensalada y un tierno y jugoso
codillo al horno repusieron la energía en nuestras cansadas piernas.
En
breve nos vemos compañeros, en esta y otras más, y me despido como siempre de
vosotros, no sin recordaros una vez más …
AL
ATAQUE!!!