Increíble
adquisición la que hicimos con la compra del chintófano. Cierto es que también
necesita el seguimiento que se le hace, y para eso ya tenemos a nuestro
implicadísimo compañero Largo-te “el chintofanero”, con un poquito (bastante)
de interés, el gusto por la exploración, acompañado de nuestro afán explorador,
dan el resultado que esperamos, o al menos el que conseguimos en una jornada
como la que vivimos el Saturday, veréis.
En la alameda, otra vez un poco más temprano que
de costumbre, aunque no tanto como Texinas, que le da por desconfirmar a las
4:35 a.m. – na más y na menos – ¿qué estaría haciendo a esas horas?
¡Benitoooooooo! …sigo, que me voy por las ramas; con las bikes del ramal, con
sábanas – algunos – mochilas, calcetines y calzoncillos – limpios – nada más y
nada menos – ¡qué gentío! – el Abuelo, Tadeo (le huele a investigación),
Largo-te – con el chintófano cargadito y la castellana ponedora – Benito, er
Viti – con sus happy albarcas – Cuerpo, Po-Cholo, Meji-Jones & I … ¡en
marcha!

Seguimos por un camino paralelo al río – río
abajo – fuertes toboganes, sin dificultad – menos para Po-Cholo – que se cae a
cámara lenta, con estilo, pero sin daño físico … seguimos, rampones, arenas de
playa junto a la orilla, piedras, senderos, tomillo – pa las aceitunas de
Benito – y ¡no hay paso!, bici al hombro, retomamos nivel con camino y seguimos.




Aprovechando la soledad del lugar y la paz que
allí se respira, y con menos de una decena de kilómetros en nuestras piernas,
hacemos nuestro break.
Comemos, compartimos, comentamos lo visto, lo
vivido, damos rienda suelta a nuestra imaginación … ¡qué paz!, lejos la
civilización; desgraciadamente, hay que volver.
No ha terminado el tema aquí, nos disponemos a
subir por el curso del arroyo hasta la vecina Valdeverdeja, en la otra orilla
nos verán – a tiro de piedra – alejarnos Valdelacasa de Tajo y Villar del
Pedroso – ya iremos a veros –, subimos por un sendero paralelo al arroyo –
arroyo de los pozos – sinuoso, entre tomillos, romeros, coscojas, enojo,
estamos en la dehesa, la dehesa extremeña, variedad del interesante bosque
mediterráneo; senderitos por los que brava baja el agua, tallando piedras,
dejando otras con pequeñas y resbaladizas coronillas a la vista, y a poco ¡un
pozo!, con su pila de piedra, pila de antiguos lavados, con jabón de sosa,
largos tiempos de blanqueado, pero no hemos venido a lavar, ni a blanquear, ni
tan solo a centrifugar, nosotros tenemos que continuar, ¡otro pozo!, con su pila,
¡y otro! ¡y otro! … hasta cien contamos – los pozos nuevos –, y seguimos paso a
paso, subiendo, senderos, piedras, maravilloso.
Hacemos de nuevo piña y continuamos, detrás de
las lomas asoman ya los señoriales tejados de Valdeverdeja, con las gran silueta
de su enorme iglesia, ¡a por ella vamos!, por caminitos de ganado, por
estrechas y empedradas calles, junto a calzadillas y poyetes de grandes tardes
de charla a sol … la iglesia, fotos en el porche con bancos de piedra bajo el
gran artesonado. ¡No podemos parar!
Junto a la piscina pasamos, la que refresca los
bodys de los acalorados verdejos, en los crudos veranos que vivimos en esta
nuestra zona, zona ya extremeña. Por un anchuroso camino, dirigimos nuestro próximo
hito atrapando a poco con la mano Torrico. Pequeño pueblo metido en un hoyo,
tan solo visto cuando ya estas metido en el. Por su enrevesado casco anduvimos,
sorteando boca calles, entrando y saliendo en sinuosas calles, callejones, y
por encima de todos los tejados, junto al rollo del zoco, destaca la cubierta
de la iglesia, llamando nuestro paso junto a ella en el punto donde nos
encaminará a buscar la salida que buscamos.
Ya en la periferia torriqueña, junto a las
ultimas huertas de labranza, a las ultimas granjas cercanas al pueblo,
encaminamos nuestro paso buscando la siguiente estación …
Junto a las lindes occidentales de Valdepalacios,
subiendo y bajando muy metidos de nuevo en zona de dehesa, entre encinas, por
caminos prácticamente sin uso, tan solo restos de piconeras y los líquenes finales
de las cargas de leña, por senderos rápidos, picando hacia abajo, abrimos y
cerramos puertas, y ya en el lagarterano terreno, a más de la mitad de la ruta,
hacemos de nuevo piña para continuar con la divertida jornada que aún nos
queda.
Por las fincas del sur de mi pueblo, por senderos
pedregosos, entre brocales y pilas talladas junto a los artesanos pozos con
agua zarca, trepidante ritmo, buscando la bajada junto al punto geodésico allá
en lo alto, aumenta nuestro ritmo, en un vertiginoso y rápido sendero,
adrenalina y divertimento por las nubes, y giro a la derecha, de nuevo piña …
Encaminamos ya nuestra dirección S, para salir
con tristeza de mi zona, de mi pueblo, pero lo haremos pasándolo bien, dando
caña a nuestras bikes, el terreno pica de nuevo bajando, senderos en un ancho
camino, para elegir, para degustar, regueros con agua, el curso del arroyo
entra en el camino, cortamos con nuestras ruedas hasta 18 veces su paso; el
agua salta a nuestro paso, nos salpica, pero con gusto, a estas horas de la
mañana ya pica, en la confluencia de caminos nos dirigimos hacia la macarrera.
Será el punto final a esta bonita zona, pero el
inicio de una nueva, no menos bonita, seguimos por casi abandonados caminos
entre encinas, tan solo utilizados, por los aperos de labor, que gracias a las últimas
lluvias caídas, están pletóricos retozando en el campo.
Sembrados, barbechos, todos a nuestros pies, hectáreas
de tierra pasando por nuestras retinas, todo ello a buen ritmo; de nuevo abriendo
y cerrando puertas ¡joder, no viene Pakito!.
En el cercano horizonte, el caserío de
Valdepalacios. Buscamos la salida, todos siguiendo a Largo-te, junto a un
embarrado arroyo, y sorteando una electrificada ganadera alambrada; esta vez,
ya nos encontramos en la oriental linde de la finca, junto al hotel, con no sé
cuantas estrellas, como el catálogo de los productos del Abuelo.
Cruzamos la carrera que une O……a con Puente y
entramos de nuevo en senderos conocidos, y a la voz de ¡dale, dale! – imaginad –
pues dale, ¡dale a los pedales!, por estos terruños, extrañados nos miran los
animalitos, ¿Quiénes serán estos que con este escándalo pasan? ¿Quiénes será
estos a estas velocidades?, si aquí lo más rápido que ha pasado – mejorando lo
presente – han sido yuntas de bueyes y burros, cargadas del seco fruto de estas
tierras, lentos y pesados tractores, sustitutos en tiempo de los anteriores … a
poco deteriorado paso canadiense y caminos de concentración parcelaria … en el
sureño horizonte Alcolea de Tajo.
El plato del Abuelo no entra, sus piernas parecen
centrifugadoras intentando estar a la altura del resto de las trotonas … largo
llano, con remate final, Meji-Jones sube tranquilo, atmosférico, unos fuertes
delante, otros más lentos detrás, y al fin llegamos a la periferia puenteña.
Por la cañada entramos, sabaderos en ella se
encuentran, con sus puestos montados; chandals, batas, zapatillas de paño, sábanas
de franela, mantas guiñapas, frutas de temporada, dulces, floretas y mangas,
sacos de picón, y alpargatas, ¡aquí todo se vende!, ¡aquí no ha de quedar nada!;
por no quedar, no quedamos ni nosotros que seguimos adelante, buscando el punto
final a nuestra ruta.
Llegamos al fin al aparcamiento, llegamos, nos
cambiamos, saboreamos la victoria, ¡no de competición!, sino del gran día
pasado, del terreno conquistado, de lo aprendido, de lo disfrutado …
Creo que Largo-te lo hizo a posta, no lo grabó,
volveremos pues, está garantizado.
Compañer@s, repito, el campo está increíble, se
deja se deja, nos necesita, necesita que lo conquistemos, necesita que por sus
senderos, caminos y cordeles sigamos pasando, necesitan sentirse vivos, y
nosotros se lo damos.
Os espero, en esta y muchas más, ¡ojo! muchas
nuevas más, no sin recordaros una vez más …
AL ATAQUE!!!
Siempre digo,
una imagen vale más que mil palabras, os dejo las imágenes que representan todo
lo aquí contado, gracias compañeros Abuelo y Cuerpo, increíble trabajo
¡GRACIAS!
Videos:
Fotos:
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