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viernes, 27 de febrero de 2015

EL MOLINO CEBOLLETA


Tadeo se empeña en sorprendernos … ¡y lo consigue!, - que jodio. Eso sí se empeñó en que el molino era del Montoya, y no era así, - que yo lo miré en el sinpac el marino soy como dice el abuelo – se llama EL MOLINO CEBOLLETA.

En el punto de reunión, dos de los Largos, el más antiguo – Largo-te – el más nuevo, ¡ojo! pero innovador – Tadeo – como no, y a primerísima hora – el abuelo – Meji-Jones tiesto de arena y yo.

¡En marcha!

Por la plaza y la Avda. del Santo patrón, salimos dirección Gamonal, esta vez por el carreterín, que hay que espabilar, larga ruta nos espera.

Ya en Gamonal y por las piedras planas, subimos dirección Velada y desde el pueblo BAJAMOS por San Berecoldo – guau - ¡qué marchita! hasta los arenales, y tomamos en la V invertida la dirección de Parrillas.

Monteamos, hacemos fotos y pises, vemos y disfrutamos de la fauna – como siempre – de la flora, encinas centenarias y con las formas más curiosas que el natural crecimiento se antoja perfilar.

Cruzamos un gran charco, unos montados – como siempre – aun a riesgo de ser derribados y ser el centro de atención de risas, comentarios y cachondeos ya para toda la semana, incluso móviles en mano intentando inmortalizar los momentos de apuro para los actores principales de la película – no comedia – otros, intentarán pasar por alambrados, colgados como la ropa en el tendedero, incluso, después de haber pasado, les prestamos nuestra ayuda para que no se mojen, poniendo senderos de traviesa – aunque no pase el tren por aquí - ¡y encima te lo ponen pegas! Hay que joderse.

Seguimos dirección N, si hay algo encantador en este justo momento que caracteriza esta ruta y que nos llama poderosamente la atención, es la cantidad de grullas que vemos – cientos – y cantando como casi nunca habíamos oído, había tantas y se las oía tanto, que llamaban la atención casi importunando las conversaciones como queriendo dar a entender que estaban allí.

Hasta un raposo vimos cuando nos dispusimos a cruzar el Guadyerbas, que esta vez se deja cruzar montado, sin poner pie a tierra, digo ¡a agua!, menos mal.

Seguimos dirección a la cañada Leonesa occidental, y antes de tomar una decisión, guiados un poquito por intuición, por la ayuda del ganadero de los cabritillos – muy amable, después de ver lo que nos vamos encontrando por todas partes, intentando poner barreras al libre campo – y por nuestro afán anti-asfalto, decidimos no ir a Parrillas (evitando la carretera) y nos vamos en dirección contraria, encontrando el camino que nos dirigirá por la depuradora directos a Navalcan.

Dejamos a un lado el embalse, la depuradora y cruzamos por la granja de las ovejas, aparecemos junto al lugar – PÉSAME – y llegamos a la urbe; aquí Tadeo, por en marcha en su celular a SINPAC EL MARINO SOY que tras varias rampas – subidas – e inapreciables bajadas nos llevará directo – bueno algún tropiezo hubo – hasta la misma orilla del río Tietar.

Creo que las inapreciables bajadas no lo van a ser tanto cuando nuestras monturas cambien de sentido, pero no es el momento, hay que disfrutar de lo que hemos venido a ver.

Antes de nada sacamos nuestras viandas – punto break – ya que las cosas se ven desde otra perspectiva cuando nuestros – molinos – están en marcha.

Pues sí ¡MOLINO CEBOLLETA!, llegamos, vimos, vencimos – veni, vidi, vici – y en bici ¡ande las llevas!; increíble construcción, y a orillas del caudaloso Tietar, como llaman la atención sus ruidosos rápidos, y con la descripción desde otra perspectiva que nos ofrece el abuelo – con su piragua - . Seguimos disfrutando, seguimos investigando, y dando rienda a nuestra imaginación, veréis, vimos el molino como construcción principal, vimos las construcciones aledañas, almacenes, viviendas y los agujeros donde Montoya digo Cebolleta ponía los palos para colocar la hamaca después de comer pa echarse la siesta. También vimos la caseta del contador del agua, pero solo por fuera, porque la llave pa ver el contador la tenía Viruta y se nos olvidó pedírsela. También comimos capirotes, y por el hueco de la chimenea se nos apareció el espíritu de Montoya digo de Cebolleta – puto corrector - .

Bueno chicos, hay que darse la vuelta y esto es pa despacito, anecdótico, fijaros bien como sería la tostá, que el Largo-te antes de arrancar puso ¡El platillo! – la bici frunció el ceño en señal de sorpresa – y me dijo – sin calentones majete que la cosa va a ser larga.

Como siempre, subirse se subió, tanquis tronquis, pero se subió, difícil no era, el terreno era abrupto pero de fácil agarre.

Poco a poco y pedalada tras pedalada conseguimos llegar de nuevo a Navalcan y volver sobre nuestros pasos hasta la cañada, sitio justo donde Largo-se se deja llevar por nuestro siempre vivo afán explorador y comienza a abrir puertas y ventanas.

De nuevo atravesamos campos de encinas, jarales impregnados del aroma desprendido por el calentamiento de sol ya a esas horas. Cruzamos charcos ¿charcos? ¡coño que los había que cubrían!, encima yo que soy de lo chico, voy el primero experimentando, aunque no fui el único que se mojó ¿verdad Meji?, se le metió el agua en la lata y se quedó sin escabeche; también el abuelo metió la pata y se le ensopó, incluso llevando las botas de gotelé – ya ves, me dijo a mi Leja que le olía la ropa a pescao o a ranas – y poco a poco fuimos salvando más de esos grandes charcos, arroyos y comiendo kilómetros; a poco y los famosos arenales de Velada, casi sin darnos cuenta - bueno todos no, que Meji-Jones cegándose en la madre que parió al que se entretuvo en traer la arena hasta aquí -, llegamos a San Berecoldo, pero ¡al revés! – igualito, ahora, eso sí el Largo subió como un cohete – el subió como el cohete y yo casi pego el peo arriba por intentar seguirle -. Velada. De nuevo mercadillo, y algún pimiento, que ya vendemos pocos, la caja está vacía.

Dirección Gamonal y bajamos – por dar gusto a todos – por el senderito que tanto nos gusta entre piedras y coscojas.

Poco más que contar, excepto que curiosamente el puente de la A-5, lo subimos más rápido que lo bajamos, - se caga la perra – que perros y duros los Largos, y que bajando la cuesta del canal casi pone los adornos de navidad el abuelo en la especial.

La ruta se puede, ¿qué digo?, ¡se debe! repetir, disfrutaréis de paisajes alucinantes, y de la compañía - ¿qué decir de la compañía?, deseando estoy volver a ver otra vez la numerosa piña que hasta ahora veníamos formando.

Animo compañer@s, me despido de todos vosotros hasta la próxima, no sin recordaros una vez más … AL ATAQUE!!!






3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Si señor, buena crónica. Pero cuidao con el cebolleta lo que le gustan.
    Por cierto, el otro día me encontré con nuevos y DIVERTIDOS senderos entre encinas. Claro, que son nuevos para mi porque supongo que algunos de vosotros ya los conocéis, eso sí los conozcais o no, de una cosa seguro estoy, y es de que nos divertiremos.
    Salí hacer una ruteja en principio normalita, y acabé sorprendido con el track, pues no imaginé que me llevaría por donde lo hizo.
    Así que nada, alternando conocidos senderos y otros no tanto, cuando queráis nos divertimos.

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  3. Muy buena crónica. Gracias por publicarla, buen trabajo. Que mañana más buena echamos, nubes, sol, agua, barro, ríos, charcos, grullas, ciervos y sobre todo el molino allí estaba y allí nos presentamos, que difícil es llevar al abuelo a algun sitio que no conozca. Buenas magras y mucha arena. La compañía escasa pero muy grata. Otra a la que habrá que volver..... chavales empezar a salir ya, que no va haber tantos fines de semana en verano como rutas nuevas que conocemos... animaros. Un saludo y ¡ ¡ VAMOS MAQUINAS! !
    Tadeoooo tu sigue investigando y ya nos enseñas lo que descubras....

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